lunes, 23 de mayo de 2016

¿Por dónde empezar?



Apenas iniciada en la fe, siendo todavía una jovencita,me dijeron que debía leer la Biblia; pero no sabía por dónde empezar. Con otros libros estaba habituada a echar un vistazo a las últimas páginas para ver cómo terminaban. Sin embargo, en el caso de la Biblia eso implicaba sumergirme en el Apocalipsis, un libro al que no le encontraba ningún sentido. Afortunadamente, unos cristianos con más experiencia en la fe vinieron en mi auxilio y me dieron consejos muy útiles sobre la lectura de la Biblia: «Los Evangelios están escritos en un lenguaje sencillo.
Te ayudarán a entender la vida y las enseñanzas de Jesús. Para comprender el mensaje central de Jesús —me dijeron— lo mejor es empezar por el Evangelio de Juan». Me pareció interesante que el Evangelio de Juan fuera el que más palabras textuales de Jesús contiene. Cada capítulo revela un aspecto de Su personalidad, Su mensaje y Su vida.
Al cabo de poco tiempo, sin embargo, me topé con un obstáculo: leyendo los cuatro Evangelios encontré contradicciones. Si esos libros habían sido inspirados por Dios, ¿cómo se explicaba que hubiera discordancias en la narración de ciertos episodios y hasta en citas textuales? Alguien me dio una mano: «Cuando le describes una película a un amigo, no le refieres cada detalle de la trama, sino las partes que para ti tuvieron más relevancia. Tal vez otra persona recuerda otras escenas que para ella fueron más elocuentes. Lo mismo sucede con los autores de los Evangelios: cada uno cuenta ciertos aspectos y omite otros». Eso me pareció tener lógica.
Enseguida me recomendaron que leyera los Salmos y los Proverbios. Los Salmos son una inspirada colección de oraciones, súplicas, alabanzas, promesas y profecías. Los Proverbios a su vez son un tesoro de sabiduría popular. Curiosamente, el libro de los Proverbios consta de 31 capítulos, así que se pueden leer todos en un mes a razón de un capítulo por día.
Claro que si lo que buscas es un plan de acción —no solo crecer en la fe, sino aprender a transmitírsela a los demás—, es preciso que te embarques en los Hechos de los Apóstoles. Ese libro narra las actividades conjuntas que realizaron los primeros discípulos durante más de 30 años después de la resurrección de Cristo, todo con el fin de difundir la Buena Nueva.
Naturalmente que la Biblia se compone de muchos más libros que los que acabo de mencionar. Lo interesante es que esos fueron mi punto de partida, y siguen siendo mis preferidos hoy en día.
Josué 1:8 Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.
Romanos 15:4 De hecho, todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza.
Hebreos 4:12 Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.

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