Todavía recuerdo el día en que descubrí el maravilloso efecto de pasar unos momentos en contacto con la creación de Dios. Yo estaba en primaria, y andaba buscando como loca un cuaderno que necesitaba para la clase del día siguiente. Mientras más lo buscaba, más confundida y contrariada me sentía. Estaba por estallar en lágrimas cuando entró mi madre a la alcoba. Al verme en ese estado me aconsejó que saliese a tomar un poco de sol y aire fresco.
—Te despejará la cabeza, y recuperarás las energías —me aseguró.
A mis nueve años esa solución no parecía tener sentido, pero decidí intentarlo. Recorrí el jardín respirando profundamente. Todo tenía fragancia a primavera. Me dejé acariciar por el sol. Me detuve a oler las flores que acababan de abrirse, y luego me senté al borde del estanque de nenúfares, con los pies en el agua, a observar los bruscos movimientos de los peces de colores. Me di la vuelta para mirar hacia la casa y de pronto me acordé de que había dejado el cuaderno entre los cojines del sofá mientras veía la televisión la noche anterior. ¡Qué alivio sentí! Me volvieron las energías. Mi madre tenía razón.
Ahora, ya siendo adulta, sigo aplicando esa pequeña enseñanza de mi niñez. Cuando las exigencias de la vida me dejan abatida, o cuando mi trabajo resulta estresante y la presión apabullante, me encanta pasar unos minutos en contacto con la naturaleza. A veces me quedo mirando unas plantas en maceta en el alféizar de una ventana; otras tengo la oportunidad de contemplar un paisaje espectacular desde la cumbre de una montaña. En cualquier caso, las obras de Dios, con toda su diversidad y colorido, ejercen un extraordinario poder sobre mí. Me renuevan el espíritu y me despejan los pensamientos.
Es increíblemente reconfortante recordar que, al igual que toda la espléndida creación de Dios, mi vida está en manos de Alguien más poderoso que yo.
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Colosenses 1:16 Porque por medio de él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de él y para él.
1 Crónicas 29:11 Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Tuyo es todo cuanto hay en el cielo y en la tierra. Tuyo también es el reino, y tú estás por encima de todo.
Éxodo 14:14 Ustedes quédense quietos, que el Señor presentará batalla por ustedes.
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