jueves, 2 de junio de 2016

El factor clave



Algunas confesiones cristianas, así como otras religiones, enseñan que el sufrimiento y la tristeza son indicadores de la espiritualidad o devoción de una persona. En realidad, es todo lo contrario. Dios no quiere que la religión sea gravosa, y Jesús desde luego no enseñó que tuviera que ser así. No veo cómo una persona puede ser verdaderamente feliz si no tiene satisfechas sus necesidades esenciales. Por más que alguien tenga todo lo que desea materialmente, hace falta algo más para aplacar su sed espiritual.
Gracias a Dios, para eso está Jesús. Mi religión me hace feliz; hasta mi trabajo me hace feliz, porque sé que ayuda a la gente. Claro que cuando me enfermo, sufro alguna pérdida o me veo en un grave apuro, no me siento muy feliz que digamos por un tiempo; pero eso no llega a invalidar totalmente mi felicidad. Puede que mi estado físico o las circunstancias en que me encuentre dejen mucho que desear; pero eso no quita que pueda estar feliz en espíritu.
Son pocas las cosas que me quitan la alegría. Mi único deseo —no se me ocurre qué otra cosa podría querer— es que los demás sean tan felices como yo. Ese es el único gran anhelo que tengo: lograr que los demás entiendan todo lo que Jesús nos ofrece, para que ellos también sean felices. Por eso aprovecho cada ocasión que se me presenta para instarlos a abrir su vida y su corazón a Jesús. Sé que así descubrirán la misma dicha que yo he encontrado. Cuando una persona que anda triste me ve feliz, le entra curiosidad por saber a qué se debe, quiere tener lo que yo tengo. Y ese factor clave, naturalmente, es Jesús.
Como cristianos debemos reflejar el gozo del Señor por el bien de los demás. Esa, sin embargo, no debiera ser la única razón: también nos hace bien a nosotros mismos. «El gozo del Señor es vuestra fuerza» (Nehemías 8:10). Ese gozo se encuentra dedicándole tiempo a Jesús. «En Tu presencia hay plenitud de gozo» (Salmo 16:11). Se encuentra también absorbiendo Su Palabra: «Estas cosas os he hablado, para que Mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido» (Juan 15:11). Y se encuentra llevando a la práctica la Palabra: «Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis» (Juan 13:17).
Filipenses 4:4 – Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!
Salmos 16:11 – Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.
Romanos 14:17 – Porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo.

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