jueves, 30 de junio de 2016

En las malas, alas



En la Capilla Wesley, monumento histórico de Londres, hay un hermoso vitral que lleva la siguiente inscripción: «Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará Tu mano y me asirá Tu diestra» (Salmo 139:9,10).
El hombre siempre ha soñado con tener alas, una forma de elevarse por encima de la tierra y sus pesares. Parece ser algo innato en los seres humanos eso de sentirnos confinados y descontentos en nuestro entorno. Nos convencemos de que más allá —detrás de ese cerro o cruzando tal charco— todo será más fácil, más auspicioso, y seremos más libres.
Hay otro versículo en el que el salmista se hace eco del deseo de alejarse de todo. Dice: «¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría» (Salmo 55:6). Pero él conocía el secreto para hallar ese sitio magnífico, apartado del ajetreo cotidiano, y nos lo reveló: «El Señor me sustentaba» (Salmo 3:5).
Dios sostuvo a David en todas sus dificultades y pruebas y cambió sus cargas por alas. «Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán» (Isaías 40:31). Cuando acudimos a la Palabra de Dios y aguardamos en oración hasta que Él toca nuestra alma, nos remontamos a esferas de paz y sosiego donde el Señor en verdad «nos sustenta».
Este mundo a diario tira de nosotros hacia abajo; pero también existe una fuerza que nos impulsa hacia arriba, hacia el propio corazón de Dios. Si lees Su Palabra, le abres tu corazón y aguardas a que Él te hable, hallarás todas las fuerzas que necesitas. El problema es que muchas personas intentan arreglárselas por su cuenta, con la esperanza de que de algún modo lograrán superar sus dificultades. Echan a andar antes de tener alas. Pero fíjate en lo que dice ese versículo. Primero uno se renueva; luego puede correr y caminar. ¿Qué posibilidades tiene tu alma si nunca haces una pausa para conectarte con Dios y extraer fuerzas de Él? «Aguarda al Señor; esfuérzate, y aliéntese tu corazón» (Salmo 27:14).
2 Corintios 4:16-18 – Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.
Filipenses 4:12-13 – Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Salmos 34:19 – Muchas son las angustias del justo, pero el Señor lo librará de todas ellas;

miércoles, 29 de junio de 2016

La búsqueda de la perfección


Recuerdo que de pequeña en una ocasión me fijé en un árbol que me pareció perfecto. Se erguía al fondo de un campo que había detrás de nuestra casa. Casi no podía contener mi entusiasmo cuando corrí hacía él para observarlo de cerca. Sin embargo, cuando me disponía a arrancar hojas perfectas de aquel árbol perfecto, me llevé una de mis primeras decepciones. Al examinarlas detenidamente vi que cada una tenía algún defecto: un raspón, una mancha marrón, una mordedura de insecto. No había una sola que pudiera llevarme a casa y colgar de la pared de mi cuarto como símbolo de perfección.
A cierta distancia una imagen puede parecer perfecta; pero al mirarla de cerca aparecen las imperfecciones. Observamos a un desconocido que pasa conduciendo un flamante auto y nos imaginamos que lleva una vida perfecta, sin reparar en que quizá tiene problemas mucho peores que los nuestros. En la televisión y en las películas vemos imágenes de perfección, ilusiones que se desvanecen cuando se muestran los créditos al final. Una vista panorámica puede parecer perfecta desde lejos; no obstante, cuando nos acercamos descubrimos el lodo y la basura. El mundo se ve mejor sin binoculares ni microscopios.
Buscamos la perfección: personas y situaciones perfectas, relaciones perfectas, felicidad perfecta; pero dado que ninguno de nosotros es perfecto, terminamos desencantados o abatidos. Dios no espera perfección, al menos no según el concepto de ella que tenemos los mortales. No cabe duda de que todos podemos mejorar; pero en muchas ocasiones lo que nosotros percibimos como defectos y flaquezas son en realidad pinceladas Suyas, elementos de nuestra idiosincrasia, rasgos positivos aunque no nos lo parezcan. ¿Acaso todas las dificultades son enteramente malas? ¿No se sirve Dios de ellas a veces para encaminarnos mejor?
Dios no nos exige perfección. Lo único que nos pide es que procuremos amarlo a Él y al prójimo (Mateo 22:37–39). Cuando obramos así, Su amor nos inspira seguridad, y adquirimos toda una nueva perspectiva de la vida. Nos valoramos más como personas, valoramos las cualidades ajenas y aprendemos a sacar el mejor partido posible de las circunstancias en que nos encontramos. La vida no es perfecta; pero no importa. Dios sabía que así sería mejor.
Romanos 3:23 – pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,
Romanos 3:10 – Así está escrito: «No hay un solo justo, ni siquiera uno;
Colosenses 3:12-14 – Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.

martes, 28 de junio de 2016

Si supieras…



Dos palabras de un extraño bastaron para que la vida de aquella mujer diera un vuelco: «Si supieras…» Se mire por donde se mire, había ido de tumbo en tumbo. Tenía un historial de cinco matrimonios fallidos, y en ese momento convivía con otro hombre. Pero tenía algo en común con la demás gente. Quizás eso era lo que la había llevado a cambiar de compañero como quien cambia de trabajo, de casa o de auto: buscaba algo más. Anhelaba amor, seguridad, aceptación, satisfacción, paz interior. Quería ser feliz, sentirse plena. Si supiera ¿qué?
Si adivinaste que estoy aludiendo al encuentro de Jesús con la samaritana (Juan 4), ya sabes lo que ella estaba a punto de descubrir. El Hijo de Dios, con quien estaba hablando, la iba a poner en contacto directo con la fuente de todo lo que hasta ese momento había deseado: el propio Dios. La samaritana acogió con agrado las palabras de Jesús; como consecuencia, se obró en ella una transformación. Otros tomaron nota. Una vez más, aquella mujer fue la comidilla del pueblo, solo que en esa ocasión no por sus propios actos, sino por lo que hizo Jesús en su vida.
¿Acaso no buscamos todos lo mismo que ella? Si supiéramos…
Si supiéramos —si de veras supiéramos— cuánto nos ama Dios, nunca nos sentiríamos faltos de cariño. Si supiéramos lo incondicional que es Su amor, jamás nos sentiríamos inseguros. Si supiéramos que nos acepta tal como somos —con nuestros defectos, fallos, manchas y todo—, no nos preocuparíamos tanto del qué dirán. Si supiéramos cuánto aprecia nuestro amor por Él y por los demás, descubriríamos plena satisfacción en la expresión de ese amor. Si supiéramos lo que ha dispuesto para nosotros, no miraríamos con recelo el futuro. Si supiéramos cuánto nos ama tal como somos, no envidiaríamos las cualidades de los demás.
Sofonías 3:17 – porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor,
se alegrará por ti con cantos
1 Pedro 5:6-7 – Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
Salmos 136:26 – ¡Den gracias al Dios de los cielos! ¡Su gran amor perdura para siempre!

lunes, 27 de junio de 2016

Meus irmãos



"Meus irmãos, tende por motivo de toda alegria o passardes por várias provações, sabendo que a provação da vossa fé, uma vez confirmada, produz perseverança." Tiago 1:2-3

Pensamento: O ensino deste versículo é tremendo, porque entendemos o significado das nossas provações. Provação é diferente de tentação. A provação é aquela situação onde nossa fé é provada, geralmente a provação acontece na forma de adversidades que se levantam contra nós, e a tentação é aquela situação em que somos seduzidos, e induzidos ao pecado. A tentação não leva a nada, mas a provação quando vencida, essa sim, ela produz a perseverança, promove o nosso crescimento humano e espiritual e nos aproxima mais de Deus. Somos como o ouro que precisa passar pelo fogo para ser refinado e para ser purificado. Então se você estiver passando, mesmo que seja por uma prova de fogo, louve ao Senhor, espere mais um pouco, mantenha-se firme e logo Deus trará o livramento para a tua vida.

Oração: Pai querido, dá-me olhos espirituais para eu poder olhar além das circunstâncias, ensina-me a olhar com bons olhos as provações que eu tenho enfrentado, sei que elas irão promover o meu crescimento e me aproximarão do Senhor. Perdoa se eu tenho murmurado, e ajuda-me a louvar o Senhor, mesmo em meio as batalhas. Eu oro em nome de Jesus. Amém.

6 respuestas sobre la alabanza



1. ¿Quién? «Todo lo que respira alabe al Señor» (Salmo 150:6). ¿Respiras? Pues ya sabes: a alabar se ha dicho.
2. ¿Qué? Alabanza se puede definir como «respeto o veneración motivados por la gratitud». La alabanza es una celebración de la bondad y la gracia de Dios. Desvía nuestra atención de nuestros problemas y la centra en la naturaleza y los atributos de Dios. No es exactamente lo mismo que la acción de gracias. Damos gracias a Dios en reconocimiento de lo que ha hecho por nosotros; en cambio, lo alabamos por ser quien es y por las virtudes que encarna, independientemente de las circunstancias en que nos encontremos.
3. ¿Dónde? En cualquier sitio. Por ejemplo, donde estás ahora mismo.
4. ¿Cuándo? ¿Quién no se pone contento cuando alcanza una meta, recibe un premio, consigue un empleo o un aumento de sueldo, o le nace un hijo o un nieto? La verdadera prueba está en alabar a Dios cuando fracasamos, perdemos el trabajo, sufrimos apuros económicos o nos enfermamos. Aunque resulte difícil hacerlo cuando menos ganas tenemos, es justamente en esos momentos cuando más lo necesitamos y mayor efecto tiene.
5. ¿Por qué? La Biblia dice que toda la creación alaba a Dios (Salmo 148:7–10; 19:1; 148:2,3) porque Él es digno de alabanza. «Proclamad de día en día Su salvación. Cantad entre las gentes Su gloria, y en todos los pueblos Sus maravillas. Porque grande es el Señor, y digno de suprema alabanza» (1 Crónicas 16:23-25). La alabanza también nos enriquece a nosotros. Nos transporta ante la presencia de Dios (Salmo 100:2), que es todo amor, consolida nuestra relación con Él (Proverbios 8:17) y nos fortalece espiritualmente (Salmo 28:7). Cuando fijamos en Él nuestros pensamientos y lo alabamos por Su bondad, nuestro espíritu se renueva, nuestra fe aumenta, y nos llenamos de paz y contentamiento. La alabanza nos ayuda a ver más objetivamente nuestros apuros y conflictos (Salmo 43:5).
6. ¿Cómo? Puedes hablar con Dios en silencio, en tu corazón, o en voz alta. Puedes orar, cantar, gritar o hasta saltar de júbilo. Expresa tu gratitud como te nazca. Si no sabes muy bien por qué alabarlo, he aquí algunas ideas para empezar: Alábalo por Su gracia (Efesios 1:6). Alábalo por Su bondad (Salmo 135:3). Alábalo por Su benevolencia (Salmo 117). Alábalo por la salvación (Efesios 2:8,9).
¡Practica! ¿Cuál es tu problema más grave actualmente? Descríbetelo a ti mismo en pocas palabras. Anótalo si quieres, pero no te obsesiones con él. Ahora relégalo a un segundo plano alabando a Dios por todo lo bueno que ha hecho por ti y por Su promesa de velar por ti ahora y en el futuro.
Salmos 95:1 – Vengan, cantemos con júbilo al Señor; aclamemos a la roca de nuestra salvación.
Santiago 5:13 – ¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas.
2 Samuel 22:50 – Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre.

domingo, 26 de junio de 2016

Crecer juntos


No solo los niños crecen; también los padres. Los niños nos observan para ver qué hacemos con nuestra vida tanto como nosotros a ellos. No puedo pedir a mis hijos que tengan grandes sueños y luchen para concretarlos. Solo puedo hacer yo lo mismo. —Joyce Maynard
No sé en qué planeta vivía cuando pensé que el día que tuviera un hijo todas las habilidades que se requieren para criarlo me vendrían como por arte de magia. No tardé en darme cuenta de que los hijos, por mucho que proporcionan incomparables alegrías, también representan bastante trabajo. En mi caso tuve que ajustar mis aspiraciones y mi orden de prioridades a mi nueva realidad. Todos los días paso por un proceso de aprendizaje para adaptarme a sus nuevas necesidades. —Katiuscia Giusti
Los niños nos mantienen a raya. Su risa nos impide endurecernos. Sus sueños garantizan que nunca perdamos las ganas de forjar un mundo mejor. Son quienes mejor nos imponen disciplina. —Rania, reina de Jordania, en la revista «Hello»
Si pudiera empezar de nuevo con mi hijo,
primero construiría su autoestima; después, nuestra casa.
Usaría más el índice para pintar y menos para acusar.
Sería menos inflexible y más accesible.
Apartaría los ojos del reloj y los pondría más en él.
Haríamos más caminatas y, por supuesto, más fogatas.
Dejaría de hacerme la seria y me tomaría en serio el juego.
Correríamos más por el campo y miraríamos más las estrellas.
Le daría más abrazos y menos tironazos.
 —Diane Loomans
Nadie me prometió que sería fácil, y sin duda no lo es. Pero ver crecer a los hijos, verlos tomar por sí mismos decisiones importantes y lanzarse a la vida como seres humanos independientes, fuertes y agradables es una enorme recompensa. Al mismo tiempo, me gusta cómo me estoy volviendo yo. Tener hijos me ha hecho más humano, más flexible y humilde, más inquisitivo. —Padre anónimo
Si consideramos que nuestra labor consiste simplemente en presidir el crecimiento y la educación de nuestros hijos, la tarea puede resultarnos desalentadora y pesada. En cambio, si la tomamos como una oportunidad de crecimiento personal, se convierte en una de las experiencias más creativas y asertivas que nos ofrece la vida. Servir de modelo de las cualidades que queremos que ellos tengan nos da ocasión de superarnos y ampliar nuestros horizontes. A algunos, los hijos nos dan la oportunidad de ser los padres que hubiéramos querido tener. —Jack Westman 
1 Samuel 3:19 – Mientras Samuel crecía, el Señor estuvo con él y confirmó todo lo que le había dicho.
Hebreos 6:1 – Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos, tales como el arrepentimiento de las obras que conducen a la muerte, la fe en Dios,
1 Corintios 13:11 – Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño.

sábado, 25 de junio de 2016

Lo nuevo me desestabiliza



Pregunta: Prefiero la estabilidad y la rutina cotidiana a los cambios espectaculares, aunque me hago cargo de que estos son inevitables. Pero es algo que me produce desasosiego. ¿Cómo puedo aprender a adaptarme a las circunstancias cambiantes para que no me afecten tanto?
Respuesta: Tienes razón; los cambios son inevitables. De hecho, la vida es un sinfín de curvas y contracurvas.
Crecer en estatura nos lleva unos 20 años; alcanzar la estatura moral y espiritual que Dios desea que tengamos toma toda una vida. Las dificultades que tienen nuestros hijos en su etapa de desarrollo influyen en nosotros casi tanto como en ellos. También nos afecta el hecho de que personas a las que queremos mucho pasen por épocas tumultuosas. A todo nivel las relaciones van evolucionando. También inciden en nuestro ánimo asuntos de orden público: la economía, la política, el medio ambiente. Como es imposible eludir los cambios, conviene que aprendamos a sacarles el máximo provecho. He aquí algunas propuestas:
Haz una distinción. Separa aquello sobre lo que tienes una medida de control de lo que no puedes controlar, y encomiéndaselo todo a Dios, que en última instancia es señor de todo.
Razona. Discrimina entre los aspectos prácticos y los emocionales, y aborda cada uno como corresponda. Juntos pueden parecer abrumadores, pero por separado suelen ser más abordables.
No te cierres. Puede que lo que haces y tu forma de actuar te hayan dado resultados bastante buenos hasta ahora; pero también es posible que haya alternativas mejores.
Recaba la ayuda de Dios. Las circunstancias lo pueden rebasar a uno, pero no a Él. «Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible» (Mateo 19:26). Aprovecha el factor Dios.
Sé optimista. Concéntrate en las oportunidades en vez de fijarte en los obstáculos.
Busca y brinda apoyo. Lo más probable es que no seas el único afectado. Comunícate e investiga soluciones que terminen por beneficiar a todos.
Ten paciencia. El progreso suele constar de tres fases: un paso para atrás y dos para adelante.
Piensa a largo plazo. «[Dios] que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6).
Hebreos 11:8 – Por la fe Abraham, cuando fue llamado para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba.
1 Corintios 15:41-42 – Uno es el esplendor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas. Cada estrella tiene su propio brillo. Así sucederá también con la resurrección de los muertos. Lo que se siembra en corrupción, resucita en incorrupción;
Malaquías 3:6 – Yo, el Señor, no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob, no han sido exterminados.

O coração alegre aformoseia o rosto


"O coração alegre aformoseia o rosto, mas pela dor do coração o espírito se abate. Todos os dias do oprimido são maus, mas o coração alegre é um banquete contínuo." Provérbios 15:13,15

Pensamento: Já ouviu alguém dizer que tem a sensação que existe um vazio dentro de si mesmo ? Pois é, esse vazio existe e é exatamente do tamanho do amor de Jesus. Quando convidamos Jesus para fazer parte de nossa vida não há mais vazio dentro de nós e passamos a ser cheios da alegria que só quem conhece a Jesus sabe explicar. O corpo reage e o semblante se torna alegre.

Oração: Senhor Deus, se há em mim algum motivo de tristeza, mostra a origem e traz revelação para que eu possa corrigir, confessar e resgatar a alegria. Que aja em mim um semblante alegre para que eu possa ser testemunha do Seu amor, para que eu possa levar a Sua luz onde ainda há trevas. Para mim Sua graça me basta, a alegria da salvação é suficiente, largo tudo para lhe seguir. Eu oro em nome de Jesus. Amém.

viernes, 24 de junio de 2016

Desde mi ventana


Mes por mes, estación por estación, la vista desde mi ventana va cambiando. Vivo en el hemisferio norte, por lo que en enero los árboles quedan pelados, y la hierba es como paja seca de un color marrón apagado. En marzo aparecen indicios de nueva vida. Asoman pequeñas yemas en las ramas, y las flores se abren paso en medio de la tierra mojada, que a primera hora de la mañana todavía se adorna de escarcha.
Retornan los pájaros, que se dedican a buscar comida y construir sus nidos. La colina que está a lo lejos adquiere un tono verde pálido, el de la hierba que brota entre los restos amarillos del año anterior.
Llegado mayo, se abren los capullos, y todos los días salen nuevas hojas. En los árboles y arbustos hay muchísima actividad. Da la impresión de que se hubiera desenrollado una gruesa alfombra verde que cubre todos los espacios vacíos. Todo es vida y movimiento en las laderas. Los corderos recién nacidos se acurrucan junto a sus madres, mientras las vacas rumian en suculentos pastizales.
Julio. Todos los árboles exhiben una frondosa copa. Los canteros de mi jardín están en plena floración, con macizos amarillos, rosados, rojos y blancos. La hierba de color esmeralda se motea de pequeñas margaritas blancas con radiantes caritas amarillas. Las aves canoras revolotean de rama en rama.
Septiembre. El verde follaje se va tornando dorado y rojo. Las flores comienzan a desaparecer. El rumor melancólico del viento entre la hierba alta anuncia el fin de una estación.
Octubre. Las hojas caen de los árboles. Unas pocas flores luchan por sobrevivir, pero van perdiendo sus pétalos con cada ráfaga del frío viento otoñal.
Noviembre. La ladera del cerro ha vuelto a quedar vacía. Han encerrado el ganado, y los árboles están desnudos, salvo por unos pocos copos de nieve. Los últimos verdes se van desvaneciendo.
Los cambios son intrínsecos a la naturaleza. ¡Ojalá los aceptemos nosotros con la misma dignidad y gracia que el mundo que nos rodea!
Eclesiastés 3:1 – Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:
Daniel 2:21 – Él cambia los tiempos y las épocas, pone y depone reyes. A los sabios da sabiduría, y a los inteligentes, discernimiento.
Génesis 8:22 – »Mientras la tierra exista, habrá siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, y días y noches.»

jueves, 23 de junio de 2016

Peldaños


La próxima vez que sufras un bajón, es posible que estés a punto de descubrir lo cerca de ti que está el Señor y cuánto se preocupa de tu bienestar. Suele ser en los períodos más duros de la vida cuando comprendemos que Jesús está siempre a nuestro lado. Él nos ama, desea lo mejor para nosotros y es capaz de lograr resultados positivos a partir de cualquier cosa que nos suceda, aun de las adversidades. Cada dificultad o decepción puede llegar a ser un peldaño que nos conduzca a mayores satisfacciones.
El amoroso plan de Dios – El Señor ha prometido en Su Palabra que todas las cosas redundan en bien de los que aman a Dios (Romanos 8:28). Como hijo del Señor que eres, Él no permitirá que te pase nada que no sea para tu provecho. Aunque es posible que hayas tenido muchas experiencias que en su momento no te parecieron gratas ni alentadoras, tarde o temprano descubrirás que de alguna manera fueron positivas.
Las respuestas del Señor a nuestras oraciones son infinitamente perfectas. A veces, sin embargo, Él no nos responde tal como quisiéramos, porque conoce el futuro y sabe que nuestros deseos, si nos los concediera, podrían perjudicar a otras personas o dañarnos a nosotros mismos. Con frecuencia, más tarde caemos en la cuenta de que lo que pedíamos era en realidad una piedra con apariencia de pan, mientras que Él pretendía darnos un pan que a nosotros, por nuestra miopía, nos parecía una piedra (V. Mateo 7:7-11).
La hora más oscura – Los designios divinos no siempre se ven claros en un primer momento; pero en toda situación podemos tener la seguridad de que estamos a Su cuidado y de que al final, sea como sea, todo redundará en nuestro bien. Cuando pases por una temporada dura, a pesar de las dificultades, de la confusión que sientas, de la decepción o el desengaño que te hayas llevado, de la pérdida que hayas sufrido, debes aferrarte a la certeza de que Dios te ama. Su amor es inmutable, infalible, interminable. Por muy negro que se presente el panorama, por difícil que se torne la lucha, por muy largo y tétrico que se vea el túnel y por muy intenso que sea tu dolor, Él te ama. Y Él no es mezquino con Su amor. No nos lo entrega con cuentagotas a medida que nos lo vamos mereciendo. Lo reparte siempre con gran liberalidad.
Aun en los momentos más críticos y difíciles, el Señor es un «amigo más unido que un hermano» (Proverbios 18:24). «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infundirán aliento» (Salmo 23:4). Él nos acompaña en la hora más sombría, en los momentos de prueba, en medio de la confusión. Está con nosotros en nuestra más honda desesperación. Permanece a nuestro lado porque nos ama y quiere sacarnos adelante. A Jesús no le gusta vernos sufrir y pasar desdichas. Pero sabe que esas experiencias nos hacen bien, nos convierten en la clase de personas que Él sabe que podemos llegar a ser.
El sendero hacia la gloria – Cuando llegues al final del sendero de la vida y veas en retrospectiva todo lo que te ha acontecido, comprenderás cuánto te ha amado el Señor y lo fielmente que te ha cuidado a lo largo del recorrido, particularmente cuando éste se te hacía cuesta arriba. Entonces entenderás claramente que las rocas con las que te encontraste en el camino no estaban ahí para hacerte tropezar, sino que eran peldaños para permitirte acceder a cosas mejores. Por muchos recodos que dé el camino, recuerda que Jesús está contigo. Él cuida de ti y a la postre hará que incluso las peores situaciones redunden en tu bien. Lo ha prometido.
Josué 1:9 – Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.»
Jeremías 29:11 – Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
Filipenses 4:6-7 – No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

miércoles, 22 de junio de 2016

Parajes desolados


Camino tedioso. ¡No se duerma! No era el primer letrero de ese tipo con que nos topábamos. Desde hacía varias horas, hasta donde alcanzaba la vista no se veían más que interminables tramos de desierto, saguaros y algún que otro árbol de mezquite. Estaba cruzando con mi marido el desierto de Chihuahua, el tercero más extenso de América. Un rato después nos detuvimos en una estación de servicio, la primera construcción que veíamos en más de una hora.
Me bajé del vehículo para estirar las piernas. Mientras mi marido pagaba el combustible, me puse a conversar con el joven que nos atendía.
—¿Eres de aquí?
—Sí, señora.
—Debe de ser difícil vivir en un sitio tan aislado. ¿No te sientes solo? ¿No te aburres? —le pregunté.
—No, señora —me respondió—. Dios está aquí. Lo veo en la naturaleza —y se puso a enumerar—: Hay camaleones, coyotes y serpientes de cascabel, correcaminos que persiguen lagartijas, y águilas reales que andan en busca de liebres. Y esta tierra árida y arenosa nos da las deliciosas pitahayas y los nopales.
Su candor y entusiasmo fueron tan refrescantes como inesperados.
Más tarde, mientras seguíamos nuestro recorrido por aquellos parajes desolados que no parecían acabar nunca, pensé en lo que me había dicho aquel joven y recordé a otras personas a las que Dios se manifestó en áridos páramos.
Agar huyó al desierto, donde Dios salió a su encuentro y la bendijo (Génesis, capítulo 16).
Dios llamó a Moisés en el desierto del Sinaí (Éxodo 3:1–10), y fue ahí mismo donde le entregó los 10 mandamientos (Éxodo 19:1,3).
Elías se refugió en un desierto pelado y escuchó allí la voz de Dios (1 Reyes 19:7,8,13).
Juan el Bautista vivió en el desierto hasta que recibió de Dios el llamamiento de preparar el camino para el Mesías (Lucas 1:80; 3:2).
Jesús venció las tentaciones de Satanás en el desierto al que se retiró antes de comenzar Su obra pública (Mateo 4:1).
Dios envió a Felipe a un camino desértico para que le explicara a un eunuco etíope cómo podía salvarse (Hechos 8:26–39).
¿Y tú? ¿Sientes que estás atravesando algún desierto árido y desolado? Anímate. Dios está allí.
1 Pedro 5:7 – Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
Salmos 34:18 – El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido.
Salmos 23:4 – Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.

martes, 21 de junio de 2016

Para progresar hay que cambiar


El progreso puede ser un arma de dos filos. Por una parte es maravilloso, porque nos acerca a nuestras metas. Por otra parte, los cambios que el progreso exige pueden producirnos cierta incomodidad e inseguridad, o tener un efecto desestabilizador. Los beneficios son atractivos, pero muchas veces preferiríamos saltarnos la difícil fase de transición. Eso sería fantástico, no lo niego; pero la realidad es otra.
Aunque resistirse a cambiar es propio de la naturaleza humana, es posible superar esa propensión. Todos podemos optar por ser impulsores de los cambios.
Un consejo básico es no afrontar una ola de cambios con miedo, como esperando lo peor. El surfista no se parapeta detrás de su tabla para intentar frenar la ola. Más bien, antes que ésta lo alcance se pone a remar en el mismo sentido, de modo que la ola lo arrastre cuando llegue donde él está. El tablista confía en que la ola lo alce y lo impulse. Precisamente esa confianza hace que la experiencia sea electrizante.
En toda época de avatares es vital aferrarse al amor infalible y omnisciente de Dios. Recuerda que Él es dueño de la situación y tiene en cuenta lo que más te conviene. Independientemente de lo que haya sucedido antes o lo que vaya a acontecer más adelante, Dios es tu constante (Malaquías 3:6), tu pastor celestial (Salmo 23:1), y no te llevará por mal rumbo ni te conducirá a situaciones perjudiciales (Jeremías 29:11). El amor que abriga por ti nunca mengua (Jeremías 31:1). Su poder y fortaleza nunca merman (Judas 25).
La seguridad de que cuentas con ese poder y ese respaldo te permite encarar positivamente los altibajos de la vida. La promesa de que «a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien» (Romanos 8:28) te permite concentrarte en las posibilidades y no en los problemas. «¿Qué nuevas oportunidades puede traer aparejadas este cambio? ¿De qué manera puede ayudarme Dios a revertir esta situación potencialmente negativa?» Es lo que se conoce como fe expectante.
Tal grado de fe se adquiere pasando ratos con Dios, leyendo Su Palabra, abriéndole nuestro corazón, escuchando lo que nos quiere decir y alabándolo por Su bondad. En cambio, si nos empeñamos en resolver las cosas por nuestra cuenta o desatendemos nuestras necesidades espirituales, difícilmente tendremos la fe necesaria para hacer frente a las vicisitudes. Dedícale un espacio de tiempo a Dios todos los días. Considera ese rato sagrado. En esos momentos de comunión íntima Él fortalecerá y renovará tu espíritu (Isaías 40:31). Así estarás listo para cualquier cosa, pues tendrás la certeza de que Dios te va a sacar adelante.
Colosenses 1:29 – Con este fin trabajo y lucho fortalecido por el poder de Cristo que obra en mí.
Job 17:9 – la gente recta se aferra a su camino y los de manos limpias aumentan su fuerza.
Salmos 92:12 – Como palmeras florecen los justos; como cedros del Líbano crecen.

lunes, 20 de junio de 2016

La roca


Calificar de demoledora la experiencia que viví hace cuatro años sería un eufemismo. Fue como si toda una serie de circunstancias que escapaban a mi control conspiraran contra mí. Me habían despedido de un trabajo en el que lo había dado todo durante casi catorce años. No puedo decir que me lo tomé bien inicialmente. Oscilaba entre el enojo y la depresión. No lograba ver qué camino seguir ni cómo me las arreglaría para mantener a mi familia sin las entradas a las que nos habíamos acostumbrado. Ni siquiera recuerdo si el sol llegó a brillar aquel verano.
El rey David de la Antigüedad también tuvo que lidiar con ese sentimiento de desesperación. Algunas de sus luchas interiores han quedado registradas en el libro de los Salmos. Yo me identifiqué con su angustia. «De lo profundo, oh Señor, a Ti clamo. Señor, oye mi voz» (Salmo 130:1,2). «Desde el cabo de la tierra clamaré a Ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo» (Salmo 61:2). Había una roca a la que podía asirme y sobre la que podía reconstruir mi vida. Esa roca era Jesucristo.
La cesantía me dejaba bastante tiempo libre. Me sumergía en la Palabra de Dios, meditaba en Sus promesas y reflexionaba sobre Él mientras paseaba, trabajaba en el jardín o descansaba. Poco a poco fui recobrando la paz interior. Una vez que fijé mi atención en las verdades y valores eternos, mis apuros dejaron de verse tan graves. Finalmente pude coincidir con la afirmación del apóstol Pablo: «Las dificultades del tiempo presente no son comparables con los buenos tiempos que se avecinan» (Paráfrasis de Romanos 8:18). Poco a poco fui ocupándome en una cosa y otra. Conseguí un empleo de media jornada, lo que implicaba un menor nivel de ingresos y por ende mudarnos a una casa más pequeña. Aunque nos costó un poco apretarnos el cinto, eso también tuvo su lado beneficioso: una vida más sencilla, menos presiones y complicaciones, y la oportunidad de dedicarme a nuevos intereses.
Entonces, gracias a un encuentro providencial, asistí a un curso de capacitación que me abrió el camino a una carrera completamente nueva para mí, oportunidad que no se me habría presentado de no haber perdido mi antiguo empleo. Me siento más contento y realizado con mi nueva situación, y mi familia está mejor hoy que entonces. Fue un cambio de rumbo importante por el que yo probablemente no habría optado de no haberme visto en la necesidad de hacerlo. Lo que parecía ser el fin terminó siendo un nuevo comenzar. Me subí a la Roca, y Él me sostuvo.
1 Corintios 3:11 – porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo.
Efesios 2:20 – edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular.
Mateo 7:24 – »Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.

domingo, 19 de junio de 2016

Los reveses de la vida


En la tarde del 9 de diciembre de 1914 un incendio, producto de una explosión, arrasó con un complejo industrial de la localidad de West Orange, en Estados Unidos. Por lo menos 10 edificios quedaron destruidos, y con ellos se fueron al traste años de investigación y experimentos. En aquel momento se estimó que las pérdidas ascendieron a unos 7 millones de dólares, equivalentes a unos 148 millones de hoy.
—Con esto se hicieron humo todos nuestros errores —expresó el fundador y director ejecutivo de la planta mientras observaba impotente los edificios en llamas—. Aunque tengo 67 años —le manifestó a un periodista delNew York Times que estaba presente en el momento del siniestro—, volveré a empezar todo mañana.
A la mañana siguiente apareció un aviso en el periódico en el que se llamaba a los 7.000 empleados de la empresa a presentarse cuanto antes a trabajar para emprender las labores de reconstrucción. Un desastre de menores proporciones habría desmoralizado a casi cualquiera. No obstante, años de pruebas y errores habían condicionado a Thomas Edison a ver los desastres como oportunidades.
La mayor parte de los reveses a los que nos enfrentamos son mucho menos catastróficos que el sufrido por Edison; pero tienen dos cosas en común con la desgracia que le sobrevino al famoso inventor. En primer lugar, sean de la naturaleza que sean, nos presentan una alternativa: ¿Cómo vamos a actuar ante esa alteración de las circunstancias? En segundo lugar, dependiendo de nuestra reacción, esas calamidades nos cambian a nosotros, para bien o para mal.
En cuanto al primer punto, el optimismo y la determinación son fuerzas muy poderosas para sacar el mejor partido de circunstancias difíciles. Y si encima invocamos la ayuda del Todopoderoso, las probabilidades de un desenlace favorable aumentan formidablemente. «Los ojos del Señor recorren toda la Tierra para sostener a aquellos cuyo corazón está con Él íntegramente» (2 Crónicas 16:9, LPD). En cuanto al segundo, si pedimos a Dios que se sirva de todo trance y de toda prueba para hacer de nosotros mejores personas, Él lo hace. «Esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye» (1 Juan 5:14). Es más, Él nos presta particular atención cuando le pedimos que nos haga cambiar para bien.
2 Corintios 4:8-9 – Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.
Filipenses 4:12-13 – Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
1 Pedro 5:10 – Y después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables.

¿A quién vas a ayudar con tus oraciones?



¿A quién puedes ayudar con tus oraciones? A muchas personas. Entre aquellos más cercanos a ti, seguramente hay más de uno que no goza de buena salud, ha sufrido una pérdida o está deprimido o estresado. También están las personas que salen en las noticias y aquellas con las que nos relacionamos a diario. Es fácil enfrascarnos hasta tal punto en nuestras preocupaciones que dejemos de percibir las necesidades ajenas. Si bien el presente ejercicio constituye un buen remedio para esa obsesión con lo propio, es mucho más que eso; se trata de un medio de acudir en ayuda de los demás.
Todo parte de una premisa muy sencilla: Dios responde nuestras oraciones. En la Biblia están registrados muchos casos en que la oración produjo resultados extraordinarios. Por ejemplo, Elías rezó por un chico que había muerto de insolación, y el muchacho revivió (2 Reyes 4:18–36). Jesús dijo: «Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá» (Marcos 11:24) El profeta Samuel reconoció que es pecado dejar de rezar por nuestros semejantes (1 Samuel 12:23), y Pablo nos dio buen ejemplo al rezar frecuentemente por sus compañeros de trabajo (1 Tesalonicenses 1:2).
Empieza el ejercicio imaginándote que estás en el centro de una serie de círculos concéntricos. A pesar de encontrarte en el centro, tú no eres el foco de la atención. Dentro del primer círculo está tu familia y tus amigos más cercanos. Probablemente te resulte fácil determinar las necesidades de dos o tres de ellos. Toma nota de ellas. Pasa ahora al segundo círculo: tus colegas y conocidos. Toma nota también de sus nombres y necesidades. Finalmente pasa al círculo más amplio, el formado por personas cuyas necesidades no te son ajenas, pero con las que no has tenido contacto directo: una señora en una silla de ruedas que viste en la calle, una familia sobre la que leíste en el periódico, que se ha quedado sin casa. Una vez más, toma nota.
A estas alturas tendrás ya una lista de unas diez personas. Ruega por ellas a lo largo de la semana. Pon la lista en un lugar donde la veas a menudo, quizás en tu velador, junto al lavaplatos en la cocina o en tu escritorio. Todos los días tómate cinco o diez minutos para rezar por esas personas. Unos breves momentos de oración sincera, de corazón, pueden significar mucho para alguien. «Mucho puede la oración fervorosa del justo» (Santiago 5:16 N-C).
1 Timoteo 2:1 – Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos,
Efesios 6:18 – Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos.
Romanos 8:26-27 – Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios.

viernes, 17 de junio de 2016

Dios y el trabajo



El lugar de trabajo es cada vez más un terreno hostil en el que priman las rivalidades. Las más de las veces la integridad y el esfuerzo salen perdiendo ante maniobras por obtener lucro instantáneo y escalar puestos en la jerarquía. Sin embargo, no tiene por qué ser así. La idea de que la Biblia contiene consejos prácticos para el ambiente laboral moderno no es tan extraña como podría parecer. Antaño, ya José (V. Génesis, capítulos 39 y 41) y Daniel (V. Daniel 1:19,20.) demostraron que la integridad y la diligencia pueden allanarnos el camino del éxito y llevarnos a destacar.
Adopta una buena ética de trabajo. Esfuérzate al máximo. En lugar de hacer lo mínimo, esmérate por cumplir bien tus obligaciones. «El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará» (2 Corintios 9:6). «El alma de los diligentes será prosperada» (Proverbios 13:4).
Demuestra iniciativa. «Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento» (Proverbios 6:6–8).
Actúa con honradez. Infringir las normas según tu conveniencia es contraproducente. «La integridad de los rectos los encaminará; pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos» (Proverbios 11:3).
No pienses demasiado en los aspectos negativos. Ningún trabajo es perfecto. «Si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» (Filipenses 4:8).
En cuanto a los compañeros de trabajo difíciles, la Biblia nos exhorta: «Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo» (Efesios 4:32).
¿Que hay de los conflictos? «El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio sabe dominarla» (Proverbios 29:11, N-C).
¿Estás inquieto y aburrido? Dios renovará tu espíritu. «Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron Sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es Tu fidelidad» (Lamentaciones 3:22,23).
¿Estresado y agotado? «Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, y Yo os haré descansar» (Mateo 11:28). «Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán» (Isaías 40:31).
Ten paciencia. Dios bendice a quienes hacen las cosas a Su manera, pero no siempre los remunera enseguida ni con dinero contante y sonante. Aunque algunos personajes bíblicos —como José y Daniel— llegaron a ocupar altos cargos, ninguno lo logró de la noche a la mañana (V. Génesis, capítulos 37,39–41; Daniel, capítulos 1 y 2). «La bendición del Señor es la que enriquece» (Proverbios 10:22). «Tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (Santiago 1:4).
2 Pedro 3:18 – Más bien, crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén.
2 Timoteo 2:15 – Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad.
Santiago 2:14 – Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?

jueves, 16 de junio de 2016

Para conquistar amigos


Pregunta: Tengo el deseo de congeniar y caerle bien a la gente, pero muchas veces no sé por dónde empezar. ¿Cómo puedo establecer fuertes vínculos con las personas?
Respuesta: Las siguientes pautas te servirán de punto de partida. Lo esencial es no hacer teatro —afectar ser algo que no eres—, sino esmerarte por cultivar cualidades que hagan que los demás se sientan a gusto y contentos en tu compañía.
Cortesía y buenos modales. San Basilio observó: «Quien siembra cortesía, recoge amistad, y quien planta amabilidad, cosecha amor».
Sonrisas. Una sonrisa sincera desarma al que está en guardia, tranquiliza al antagonista, calma al airado y le levanta el ánimo al abatido. Genera un clima positivo.
Optimismo. Todo el mundo tiene ya problemas de sobra. Por eso el optimista, la persona que a todo le encuentra solución, se gana la simpatía de los demás.
Sociabilidad. Una fórmula para vencer la timidez y sentirte menos cohibido es esforzarte por que tu interlocutor se sienta cómodo y aceptado.
Respeto. Es fácil respetar a las personas con las que se tiene mucho en común; sin embargo, más importante aún es respetar el derecho de los demás a pensar de forma distinta y ser diferentes, aparte de ser una cualidad que resulta atractiva.
Un ojo para lo bueno. Todo el mundo tiene al menos unas pocas cualidades dignas de admiración. Procura descubrirlas en lugar de buscar defectos.
Elogios. A todo el mundo le hace bien saber que otros notan y aprecian sus virtudes. Sé concreto, generoso y sincero con tus elogios.
Buen humor. Resulta ameno estar con una persona que tiene buen sentido del humor. Procura, eso sí, que tu humor no sea a expensas de nadie.
Amplitud de miras. Todo el mundo tiene derecho a su opinión. Rara vez vale la pena sacrificar una amistad por ganar una discusión.
Humildad. La gente orgullosa que anda cantando sus propias loas resulta pesada. El humilde inspira simpatía; el orgulloso no hace más que dar la lata.
Buena disposición para escuchar. Una de las mejores formas de demostrar interés por los demás es prestar atención a lo que dicen y esforzarse por entenderlos y empatizar con ellos.
Tolerancia con los errores ajenos. Todo el mundo la embarra de vez en cuando. Recuerda la Regla de Oro (Mateo 7:12): Haz con los demás como quieres que hagan contigo.
Proverbios 17:17 – En todo tiempo ama el amigo; para ayudar en la adversidad nació el hermano.
Proverbios 18:24 – Hay amigos que llevan a la ruina, y hay amigos más fieles que un hermano.
Proverbios 27:17 – El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre.

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