domingo, 7 de agosto de 2016

El paquete


Muchas veces los padres queremos comprar un juguete a un hijo sin motivo alguno. Aunque no sea una ocasión especial, ni algo que el niño necesite o haya pedido siquiera, sabemos que lo disfrutará y queremos que lo tenga. Hace poco me pasó eso con mi hijo Logan, de 19 meses. No sé muy bien por qué me empeñé en conseguirle un caballito mecedor. Quizá porque en el video que más le gustaba había una escena de niños montados en caballitos de balancín, o porque cada vez que íbamos a una tienda de juguetes cercana la vendedora lo invitaba a montarse en uno de los caballitos que tenían allí, y él nunca se quejaba cuando era hora de irnos.
A decir verdad, él no parecía tan ilusionado con tener uno, pero yo no podía dejar de pensar en lo lindo que sería. El problema era que costaba más de lo que yo me podía permitir. Me dije que los niños crecen y pierden rápidamente interés en sus juguetes, y que tal vez Logan ni siquiera jugaría mucho con él; pero el deseo de conseguirle uno persistía.
Una noche Logan y yo estábamos mirando dibujos de juguetes y vimos un caballito mecedor. Impulsivamente le propuse: «Pidámosle a Jesús para que te dé uno igual a ese». Luego de una breve pero sincera oración, resolví que ya había hecho lo que estaba a mi alcance, y al poco tiempo me olvidé del asunto.
Unos días después recibimos un paquete muy grande de unos amigos que nos habían dicho que nos iban a enviar ropa para los niños. Aunque yo esperaba una caja pequeña, la que nos llegó era enorme.
La abrí y me puse a revisar lo que había dentro. ¡Cuál no sería mi sorpresa al ver enterrado debajo de la ropa un caballito mecedor de madera del tamaño perfecto para Logan! No daba crédito a mis ojos. Entonces recordé la oración que habíamos hecho. Dios se valió de aquel incidente para infundirnos fe.
Cada vez que miro ese caballito recuerdo cuánto nos ama Dios, que no solo nos da lo que necesitamos, sino también lo que deseamos.
Hebreos 13:5 Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré.»
Filipenses 4:19 Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.
Salmos 23:1 El Señor es mi pastor, nada me falta;

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