En la variedad está el gusto. Ese es un principio que yo desde luego aplico a mis oraciones. Aquí tienes unas cuantas ideas que me han dado resultado en distintos momentos.
Lista de oración. Cuando comencé a tomarme unos momentos cada día para orar por los demás, simplemente rezaba por las personas que recordaba. Al cabo de poco tiempo me di cuenta de que había un sinfín de personas y situaciones que requerían intervención divina. Para aprovechar al máximo mis ratos de oración tenía que organizarme; así que empecé a hacerme una lista.
Ya que no tengo tiempo para rezar cada día por todo lo que hay en la lista, voy marcando cada ítem por el que he hecho una plegaria. Cuando llego al final, parto nuevamente desde arriba y voy poniendo una marca distinta. También voy agregando peticiones conforme a la necesidad. Cuando Dios responde a alguna escribo: «Resuelto» al lado.
Invocar promesas. Me he impreso en tarjetitas versículos de la Biblia que contienen promesas, como «Pedid, y se os dará» (Mateo 7:7). Cuando oro por algo de mi lista, tomo una tarjeta e invoco la promesa que hay en ella.
Oración meditativa. No hay como un paseo por la naturaleza para tomar conciencia del amor de Dios por nosotros y de los cuidados que nos prodiga. Mientras me lleno los ojos y los oídos con todo lo bello que Él ha creado, le pido que guíe mis pensamientos hacia personas y situaciones que necesitan que rece por ellas, y que se encargue de ellas como nadie más puede hacerlo.
Con otros. A veces me pongo de acuerdo con un amigo o una amiga para pasar 10 ó 15 minutos rezando juntos. «Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren —prometió Jesús—, les será hecho por Mi Padre que está en los cielos» (Mateo 18:19).
Con la almohada. Cuando no puedo dormir, pienso en otras personas y en sus necesidades, y pido a Dios que provea para ellas. En otras ocasiones repaso las cosas buenas que me ha dado el Señor y elevo breves oraciones de alabanza y gratitud por Su bondad. Al cabo de un rato generalmente me quedo dormida.
Desahogo. Cuando me siento abrumada por conflictos, contrariedades o tareas pendientes, a veces me quito de encima esa carga mental y espiritual visualizando cada problema como un ladrillo que le entrego a Jesús en forma de una breve oración.
Variedad. Cuando orar se vuelve tedioso o rutinario, le pido a Jesús que me revele un nuevo plan o método para hacerlo.
—
Romanos 8:26 Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.
Mateo 21:22 Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración.
Colosenses 4:2 Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento.
0 comentarios:
Publicar un comentario