viernes, 22 de abril de 2016

MI TESORITO


Me imagino que a todas las primerizas les sucede lo mismo: no hay nada que me entretenga más que observar a mi bebita. Sus expresiones faciales, la vivacidad que se refleja en sus ojos, su curiosidad… Casi todo lo que hace despierta mi amor maternal. Y un maravilloso día tomé conciencia de que así, ni más ni menos, me ve Jesús a mí, pues me ama incondicionalmente.
Observando a Ashley sentadita en la cama, que me miraba con sus brillantes ojos azules y una sonrisa de oreja a oreja, me puse a pensar: «¿Cómo no voy a quererla? Desde luego, a los seis meses es más activa que un cachorrito. A veces se ensucia, se queja, se despierta por la noche pidiendo que le dé de comer cuando yo quiero dormir. Pero haga lo que haga, ¡nunca dejaré de quererla y de velar por ella!»
Entonces me acordé de que el día anterior me había sentido muy deprimida y alejada de Dios. Había hecho tantas cosas mal que estaba convencida de que Jesús había dejado de amarme. Pero al mirar a los ojos a mi hijita sentí que Él me hablaba: «¿Cómo podría dejar de amarte? ¿Cómo se me ocurriría dejar de velar por ti? Eres la alegría de Mi vida. Claro que no eres perfecta y que a veces armas enredos y metes la pata; pero todo eso forma parte de tu aprendizaje. El amor que abrigo por ti es permanente; no es un sentimiento veleidoso. ¡Puedes tener la tranquilidad de que siempre serás Mi tesorito!»
Cuando se tiene necesidad de algo grande, algo infinito, algo que nos haga tomar conciencia de Dios, no hace falta ir lejos a buscarlo. Me parece que he visto algo más profundo, más infinito, más eterno que el océano en la expresión de los ojos de un niño pequeño cuando se despierta por la mañana y gorjea o se ríe al ver brillar el sol en su cuna.  –Vincent van Gogh (1853–1890)
Tus hijos son el mayor regalo que Dios te ha dado, y sus almas la mayor responsabilidad que pondrá en tus manos. Dedícales tiempo, infúndeles fe en Él. Sé una persona en la que puedan confiar. Cuando llegues a la vejez, de todo lo que hayas hecho eso habrá sido lo más importante.  –Lisa Wingate
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Salmos 127:3 (NVI) Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa.
Proverbios 22:6 (NVI) Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará.
Efesios 6:4 (NVI) Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino críenlos según la disciplina e instrucción del Señor.

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