martes, 26 de abril de 2016

ENCUENTROS CON MARIPOSAS



Buscando documentación para un cuento sobre un comerciante de antigüedades que coleccionaba mariposas exóticas, di con un portal de Internet que me facilitó abundantes recursos narrativos sobre esas fascinantes criaturas.
Me quedé asombrado con la enorme cantidad de relatos que la gente ha enviado a ese portal —cientos de experiencias—, y me llamó la atención la gran influencia que han tenido las mariposas en la vida de los mortales de todas las épocas. Hace más de 2.000 años los antiguos griegos ya empleaban la transformación de la mariposa —el paso del estado de larva al de adulto— como metáfora de la resurrección e inmortalidad del alma.
Un tema recurrente en los encuentros con mariposas publicados en ese portal es el consuelo que proporcionan esas magníficas criaturas a personas que están pasando por momentos particularmente difíciles. Después de leer muchos de esos relatos tuve curiosidad por saber si las mariposas podrían intervenir también mágicamente en mi vida. Estaba viviendo una temporada complicada. Extrañaba especialmente a mi hija mayor, fallecida siete años antes.
Una noche le pedí a Dios que me enviara una mariposa como señal de que nuestra hija todavía estaba con nosotros en espíritu; después me olvidé del asunto. Sin embargo, al día siguiente estuvimos en una remota zona rural, y mientras empacábamos nuestros equipos y los cargábamos en el vehículo después de una actuación, hubo una colorida mariposa que no dejó de revolotear a mi alrededor. Más tarde, mientras le comentaba eso a un amigo al detenernos en un semáforo, otra mariposa pasó frente al parabrisas, como diciendo: «Todavía estoy contigo».
No obstante, el encuentro más notable que tuve con una mariposa se produjo el día de Navidad. Cuando nos hallábamos reunidos en torno al árbol, abriendo los regalos y disfrutando de estar en familia, entró una mariposa en la sala y se posó cerca de la lámpara. Se quedó con nosotros todo el día y toda la noche. A la mañana siguiente no estaba, como si ya hubiera cumplido su misión. Esa visita nos reconfortó mucho y nos llenó de gratitud, pues la interpretamos como una señal, como un recordatorio de la presencia de nuestra hija en esa fecha tan especial.
Naturalmente que nuestro ánimo y consuelo no deberían depender de esas señales. Aun así, uno las agradece. La Palabra de Dios promete que el que pide, recibe. Cuando necesites consuelo u orientación, Dios puede enviarte mensajeros bajo diversas apariencias, con o sin alas.
Josué 1:9 (NVI) Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.»
2 Timoteo 1:7 (NVI) Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Salmos 37:4 (NVI)
Deléitate en el Señor,
y él te concederá los deseos de tu corazón.

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