Si llevas años en trabajos en que desempeñas una función parecida, tal vez quieras aventurarte a hacer algo completamente distinto. Hay quienes lo hacen, y no solamente en enero. Pongamos por caso a Andrea Bocelli, el conocido tenor y cantautor italiano que dio el salto de abogado a músico. Justin Welby dejó su cargo directivo en la industria petrolera para convertirse en vicario y a la larga en arzobispo de Canterbury, jefe simbólico de la comunidad anglicana internacional. El conocido físico Brian Cox, que presenta programas científicos en la televisión británica, fue una estrella de rock en los años 90. El actor Harrison Ford era carpintero y ebanista.
Puede que cambios así de notables no estén dentro de nuestro abanico de posibilidades. Sin embargo, el año nuevo es un buen momento —tanto como cualquier otro— para determinar lo satisfechos que estamos con lo que hacemos y con el rumbo que llevamos. Si al despertarte el lunes por la mañana no quieres ni pensar en la semana laboral que comienza, o si te parece que tu talento no encuentra vías de expresión, o que tu paga no se corresponde con el valor de lo que aportas, tal vez sea señal de que es hora de sopesar otras opciones.
La Biblia reconoce la necesidad de ganarse la vida trabajando: «La gente sale a trabajar y realiza sus labores hasta el anochecer». También habla de la satisfacción que se deriva del trabajo: «Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien». «Las ganancias de los justos realzan sus vidas». El apóstol Pablo evidentemente se sentía a gusto con el trabajo que hacía: «Trabajo y lucho con tanto empeño, apoyado en el gran poder de Cristo que actúa dentro de mí». Si no te sientes así, tal vez sea hora de buscar una situación mejor o de mejorar la que tienes.
Naturalmente que las decisiones que pueden cambiar por completo nuestra vida no deben tomarse de prisa. Te propongo la siguiente metodología:
Haz un listado de las cinco características más importantes que para ti debe tener un trabajo ideal. Por ejemplo: que te sientas realizado, que tengas objetivos, la ética de tu empleador, el sueldo, los beneficios complementarios (pensión, acceso a gimnasio, etc.), el ambiente laboral, la camaradería, el horario y la carga de trabajo, tu función y grado de responsabilidad, el aprovechamiento de tus habilidades particulares, las oportunidades de recibir capacitación, las posibilidades de ascenso, etc.
Seguidamente califica tu empleo actual en base a esas características. Si no cumple con al menos la mitad de los requisitos que para ti son más relevantes, es probable que no estés en el lugar más adecuado y que sea hora de empezar a buscar otra cosa.
Piensa en lo que realmente te gusta hacer. Entérate bien de lo que conlleva. ¿Se ajusta a tu perfil de capacidades, experiencia, formación y aptitudes? En caso negativo, ¿se trata de algo que puedes ir aprendiendo sobre la marcha o existe alguna otra vía para acceder a ese tipo de empleo? Investiga un poco.
Pide consejo. Según los Proverbios, «el éxito depende de los muchos consejeros». Asesórate con personas que ya se desempeñan en el campo en que te gustaría trabajar. Habla del tema con tus amigos y familiares, o tal vez con un orientador profesional.
Procura hacer realidad tus sueños, pero sé realista. La gran mayoría trabajamos porque tenemos que pagar las cuentas. De modo que si tu carrera soñada no está a tu alcance y tienes que seguir en tu empleo actual, considera la posibilidad de colaborar de forma no remunerada en el sector que te interesa. Si es algo que te apasiona de verdad, probablemente podrás dedicarle algunas tardes o un día del fin de semana. Un contador no se convertirá en asistente social de la noche a la mañana, pero puede prestar servicios en un club juvenil.
Busca la orientación de Dios. «Busca Su voluntad en todo lo que hagas, y Él te mostrará cuál camino tomar». Puede que te hable en tus ratos devocionales, de meditación o de lectura de la Biblia, o tal vez puedes pedirle directamente: «Muéstrame, oh Señor, Tus caminos; enséñame Tus sendas». Cualquiera que sea el caso, procura incluirlo en tus planes y recuerda que «la bendición del Señor es la que enriquece», no solo materialmente, sino también en términos de paz interior.
Puede que tu cambio de profesión no se dé ahora mismo. En todo caso, cuando sea que ocurra, Dios estará a tu lado para ayudarte e iluminar tu camino.
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Proverbios 10:16 (NVI) El salario del justo es la vida; la ganancia del malvado es el pecado.
Colosenses 1:29 (NVI) Con este fin trabajo y lucho fortalecido por el poder de Cristo que obra en mí.
Proverbios 11:14 (NVI) Sin dirección, la nación fracasa; el éxito depende de los muchos consejeros.
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