Uno de los factores más importantes para curarse es la fe, la seguridad de que Dios nos ama y vela por nosotros pase lo que pase. La fe elimina el temor y la tensión, dos de las principales causas de las enfermedades y la mala salud. Esas y otras actitudes negativas como la ansiedad, el odio y el rencor producen diversos trastornos sicológicos y nerviosos. Favorecen asimismo la aparición de desórdenes fisiológicos, por ejemplo afecciones cardiacas, artritis y úlceras estomacales.
El pesimismo puede tener efectos perjudiciales en el organismo. No obstante, si hacemos frente a la negatividad, hallaremos paz interior, la cual reduce la tensión a la que están sometidos los órganos vitales y promueve la buena salud. De ahí que meditar en un ambiente sereno, asumir una actitud positiva y albergar buenos pensamientos tenga un efecto sensacional tanto en la mente como en el cuerpo. «Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» (Filipenses 4:8).
La Biblia dice en muchos pasajes que no debemos afanarnos ni abrigar temores, sino más bien pedir a Dios que resuelva los problemas y confiar en que lo hará. «Te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas» (Josué 1:9). «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar» (Salmo 46:1,2). «En Dios he confiado; no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre?» (Salmo 56:11). «La paz os dejo, Mi paz os doy; Yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Juan 14:27). «No temas, cree solamente» (Marcos 5:36). La fe en Dios brinda paz interior, satisfacción emocional y una sensación de bienestar espiritual, factores que tienden a mejorar considerablemente nuestra salud.
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1 Juan 5:4-5 Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
1 Pedro 1:5 A quienes el poder de Dios protege mediante la fe hasta que llegue la salvación que se ha de revelar en los últimos tiempos.
1 Pedro 1:9 Pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación.
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