sábado, 30 de julio de 2016

Cómo se produce una transformación interior


Pregunta: En la revista dice que Dios puede y desea convertir mis debilidades en puntos fuertes. Llevo mucho tiempo orando por eso, pero hasta ahora no ha cambiado nada. ¿Por qué no ha respondido Dios a mi oración?
Respuesta: Da la impresión de que esperas que Dios obre en ti una maravillosa transformación instantánea sin que tengas que poner nada de tu parte más allá de desear mejorar y rezar por ello. La cosa no es así. Dios hará por ti lo que solamente Él puede hacer, pero espera que tú hagas lo que está a tu alcance. Se necesitan ambas cosas. El crecimiento personal es fruto de una alianza.
Dios oyó tu oración. En el momento mismo en que rezaste Él puso la respuesta anhelada en el terreno de las posibilidades, pero ahora es preciso que tú la lleves a efecto y la hagas realidad. Mejor dicho, debes conducirte como si ya se hubiera obrado en ti la transformación, aunque te sientas igual. Si rezaste para tener una actitud menos negativa y criticona, por ejemplo, tienes que hacer un esfuerzo por ser optimista y buscar lo bueno en los demás. Dios te inspirará pensamientos positivos y te hablará a la conciencia cuando comiences a ponerte pesimista o a censurar a los demás; pero por otra parte tú debes seguir Sus indicaciones y esforzarte por preferir lo bueno y rechazar lo malo. Desear ese cambio y orar por ello fue una decisión acertada. Sin embargo, hora tienes que comportarte de esa manera una y otra vez hasta que te salga espontáneamente. Una transformación interior es un proceso que requiere compromiso, tiempo, esfuerzo y paciencia, pero es una de las experiencias más gratificantes de la vida.
Romanos 12:1-2 Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Salmos 34:5 Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza.
Mateo 5:8 Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.

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