domingo, 31 de julio de 2016

11 maneras de expresar cariño


Si deseas demostrar a los tuyos que los valoras y los quieres, pero no sabes cómo, aquí tienes algunas ideas, por lo menos para comenzar:
1. Con palabras. Las frases te amo o te quiero siguen siendo idóneas para hacerles saber a tus seres queridos que los aprecias. Repítelas con frecuencia.
2. Diles por qué. ¿Qué hace que esa persona signifique tanto para ti? Descríbeselo. Cada vez que notes algo nuevo por lo que elogiarla, díselo.
3. Tómate tiempo para amar. Dedicar tiempo a una persona querida equivale a decirle: «Eres más importante para mí que todo lo demás que podría estar haciendo ahora».
4. No esperes a que llegue una fecha señalada. Un pequeño obsequio o recuerdo inesperado es a veces más eficaz para expresarle cariño a una persona que un gran regalo en su cumpleaños o en otra fecha especial. La oportunidad existe todos los días.
5. Sé constante. Cuando todo marcha bien, una expresión de cariño puede hacer que las cosas anden todavía mejor; y cuando alguien está pasando un mal día, el amor puede revertir la situación.
6. Muestras de afecto. Abraza. Toca a las personas. La ciencia ha demostrado que el contacto humano produce beneficios físicos y mentales.
7. Sé servicial. Esforzarte por ayudar y hacer más de lo que marca el deber es muy elocuente. Demuestra que te preocupas por las personas, que consideras importante su felicidad y que procuras facilitarles la vida.
8. Escucha de corazón. Procura entender a las personas. En lugar de suponer que las conoces, esfuérzate por descubrir sus sentimientos y lo que piensan.
9. Manifiesta respeto. Las sanas relaciones se basan en el respeto mutuo y la valoración de las cualidades de la otra persona. Busca ocasiones de demostrar a tus seres queridos que crees en ellos.
10. Obra desinteresadamente. Privilegiar las necesidades y deseos de tus seres queridos por sobre los tuyos demuestra que su felicidad y bienestar son más importantes para ti que los tuyos.
11. Baja la guardia. Actuar con transparencia y mostrarte tal como eres puede resultar un poco incómodo a veces. Sin embargo, es clave para unir mentes y espíritus.
Juan 13:35 De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.
Romanos 13:10 El amor no perjudica al prójimo. Así que el amor es el cumplimiento de la ley.
1 Corintios 16:14 Hagan todo con amor.

sábado, 30 de julio de 2016

Cómo se produce una transformación interior


Pregunta: En la revista dice que Dios puede y desea convertir mis debilidades en puntos fuertes. Llevo mucho tiempo orando por eso, pero hasta ahora no ha cambiado nada. ¿Por qué no ha respondido Dios a mi oración?
Respuesta: Da la impresión de que esperas que Dios obre en ti una maravillosa transformación instantánea sin que tengas que poner nada de tu parte más allá de desear mejorar y rezar por ello. La cosa no es así. Dios hará por ti lo que solamente Él puede hacer, pero espera que tú hagas lo que está a tu alcance. Se necesitan ambas cosas. El crecimiento personal es fruto de una alianza.
Dios oyó tu oración. En el momento mismo en que rezaste Él puso la respuesta anhelada en el terreno de las posibilidades, pero ahora es preciso que tú la lleves a efecto y la hagas realidad. Mejor dicho, debes conducirte como si ya se hubiera obrado en ti la transformación, aunque te sientas igual. Si rezaste para tener una actitud menos negativa y criticona, por ejemplo, tienes que hacer un esfuerzo por ser optimista y buscar lo bueno en los demás. Dios te inspirará pensamientos positivos y te hablará a la conciencia cuando comiences a ponerte pesimista o a censurar a los demás; pero por otra parte tú debes seguir Sus indicaciones y esforzarte por preferir lo bueno y rechazar lo malo. Desear ese cambio y orar por ello fue una decisión acertada. Sin embargo, hora tienes que comportarte de esa manera una y otra vez hasta que te salga espontáneamente. Una transformación interior es un proceso que requiere compromiso, tiempo, esfuerzo y paciencia, pero es una de las experiencias más gratificantes de la vida.
Romanos 12:1-2 Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Salmos 34:5 Radiantes están los que a él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza.
Mateo 5:8 Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.

viernes, 29 de julio de 2016

Punto de quiebre



La fecha de entrega de mi artículo se me venía encima, y apenas había escrito la mitad. Había trabajado a un ritmo frenético, pero mentalmente estaba muy estresada para pensar con claridad. Tenía los ojos tan cansados que no lograba enfocar el texto en la pantalla, y la espalda rígida de haber estado tanto tiempo sentada frente al teclado. Finalmente me aparté del escritorio atestado de libros y papeles y me tomé un momento de descanso junto a una ventana.
Al levantar la vista hacia el hermoso cielo azul que se apreciaba más allá de la cima de los edificios cercanos, me fijé en un pájaro que pasaba volando con elegancia. Mi espíritu se elevó con él. Por un momento me olvidé de mi trabajo y disfruté de aquella estupenda vista de la creación de Dios. El cansancio mental desapareció, y me revitalicé maravillándome ante las siluetas y los tonos de las nubes, miles de toneladas de agua suspendidas en lo alto. Inhalé profundamente la brisa que entraba por la ventana y le agradecí a Dios Su bondad y Sus cuidados. Comencé agradeciéndole la vista que se desplegaba delante de mí y terminé enumerando algunas de las muchas maravillas que ha obrado por mí a lo largo de los años. Con cada bocanada de aire y cada reflexión, mi mente y mi cuerpo se distendían un poco más, y el dolor y la tensión que tenía en la espalda se fueron disipando.
Cuando volví a mi escritorio me sentí vigorizada. Aquel descanso de apenas tres minutos me había hecho mucho bien. Abordé mi artículo con renovada energía y concentración. Sorpresivamente, en la hora que siguió avancé mucho más que en las dos anteriores. Es más, cuando releí mi trabajo encontré menos errores de los que me esperaba. Y cumplí sobradamente con el plazo de entrega.
El descubrimiento me entusiasmó tanto que decidí aplicar el principio de la pausa de alabanza a otros aspectos de mi vida. Ha tenido un efecto magnífico en mí. Además de que me alivia el estrés, mi estado de ánimo ha mejorado, así como mis relaciones con los demás, mi capacidad para resolver problemas, mi habilidad para organizarme y mucho más.
Mentiría si dijera que desde que comencé a practicar la alabanza mi vida ha discurrido sin sobresaltos. Sin embargo, detenerme a alabar a Dios por Su bondad y prestar atención a todo lo positivo que hay en mi vida me ha dado fuerzas para afrontar lo imprevisible. Ahora disfruto más de las alegrías y sobrellevo mejor las pruebas. No insume mucho tiempo —a veces menos de un minuto—, pero he visto que tiene un efecto extraordinario.
1 Tesalonicenses 5:18 Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.
Salmos 136:26 ¡Den gracias al Dios de los cielos! ¡Su gran amor perdura para siempre!
Salmos 100:4 Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre.

jueves, 28 de julio de 2016

Consultar con Jesús a cada paso


Una de las principales enseñanzas que el Señor quiere transmitirnos a todos —una de las más valiosas que podemos aprender en la vida— es la importancia de consultar con Él al momento de tomar decisiones. Él quiere que lo escuchemos directa e individualmente, y que luego pongamos por obra lo que nos indique, no sólo en asuntos de gran trascendencia, sino también en cuestiones sencillas de todos los días. Quiere que le planteemos preguntas concretas a fin de obtener de Él respuestas igualmente concretas.
Consultar con Jesús y hacerlo partícipe de nuestra cotidianidad es algo que puede producir un efecto transformador muy positivo en nuestra vida. Si aprendemos de verdad a detenernos, a plantear nuestros interrogantes al Señor y escuchar Sus instrucciones, hallaremos las respuestas que anhelamos y se resolverán muchos de nuestros problemas.
Si no sabes escuchar a Jesús, pídele que te enseñe. Él está deseoso de instruirte, y no te defraudará. Luego, una vez que hayas recibido el don, debes aprender a aplicarlo para bien. Requiere práctica, que se adquiere dándole muchas oportunidades de hablarte.
He aprendido que aun después que el Señor me ha indicado el rumbo que debo seguir en algún asunto, Él quiere que de cuando en cuando le pregunte si voy bien encaminado. Desea que me mantenga en sintonía con Él. Así, en caso de que quiera pasarme nuevos datos o instrucciones, puede hacerlo.
No basta con que oremos al iniciar un trabajo: «Jesús, ayúdame con esta tarea», y después simplemente nos pongamos manos a la obra. Si no hacemos un alto de vez en cuando y le preguntamos si hay algo más que quiere decirnos sobre la labor y cómo realizarla, es fácil que desaprovechemos Su ayuda.
Es preciso que sigamos consultando con Él, pues a lo mejor quiere que modifiquemos el rumbo. Nosotros venimos a ser el timonel de la nave; Jesús es el capitán. Nos hacemos a la mar y sabemos en líneas generales el rumbo que debemos seguir. Si vamos con destino al oeste, enfilamos en esa dirección. No obstante, es posible que al cabo de un tiempo las corrientes o alguna tempestad hayan desviado la nave y que el capitán, Jesús, que en todo momento conoce nuestra ubicación exacta, nos indique que debemos ajustar un poco el rumbo hacia el noroeste o hacia el suroeste. Ahora bien, si no corregimos nuestro rumbo consultando con el capitán, es decir, si no sintonizamos con Jesús para que nos indique cómo debemos ajustarlo, es posible que no lleguemos al destino preciso que Él nos ha marcado o que demos un rodeo para alcanzarlo.
Para recibir instrucciones del Señor es preciso que tengamos una actitud abierta y que nos mostremos dispuestos a hacer lo que Él nos diga. Los requisitos más importantes para escuchar a Jesús son los siguientes: 1) desear de todo corazón saber lo que más conviene a todas las partes o actores y obrar en consecuencia; 2) pedir a Jesús que nos permita distinguir entre Su voz y nuestros propios pensamientos; 3) aceptar las instrucciones divinas escritas en la Biblia y llevarlas a la práctica como Dios mejor nos dé a entender y con el mayor esmero; 4) creer que el mensaje que captamos proviene directamente de Él; y 5) tener fe para traducirlo en hechos.
Todo eso no se aprende de la noche a la mañana, particularmente si no tenemos la costumbre de acudir a Jesús en oración cuando estamos en aprietos o tenemos alguna inquietud o pregunta. Hace falta práctica y disciplina. Pero no hay que desanimarse. Podemos empezar dando unos pasitos; y así, a medida que aprendamos a consultar con Él con frecuencia, nos ahorraremos tiempo, las cosas marcharán más rápido y con menos sobresaltos, cometeremos menos equivocaciones y lograremos más.
2 Pedro 1:19 Esto ha venido a confirmarnos la palabra de los profetas, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día y salga el lucero de la mañana en sus corazones.
1 Pedro 2:2 Deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación.
Santiago 1:18 Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación.

miércoles, 27 de julio de 2016

Palabras salvadoras


El resplandor del sol entraba por la ventana cuando me quité de encima las cobijas, sin sospechar que estaba por vivir un día inolvidable. Susurré una oración y le pedí a Jesús que bendijera la tomografía abdominal que me tenían que hacer aquella mañana. Le rogué también que me indicara cualquier cosa que quisiera que yo supiera acerca de la jornada que tenía por delante. En mi interior escuché Su voz, que a estas alturas ya me es familiar: «Yo lucharé por ti. Nos enfrentaremos juntos a cada prueba que se presente».
Aunque aquellas eran palabras tranquilizadoras, me desconcertaron un poco. En el curso del año anterior había consultado a casi una docena de médicos, que me habían hecho casi el mismo número de exámenes para determinar el origen de mi misterioso desorden digestivo. En ninguno de esos exámenes se habían presentado complicaciones. ¿Qué peligro podía haber en una tomografía computarizada de rutina?
Más tarde en el hospital, para obtener una imagen más clara, la enfermera me inyectó un medio de contraste, o tintura, y salió de la sala para no exponerse a la radiación del tomógrafo. Cuando estábamos más o menos por la mitad del proceso, aquel líquido me llegó al torrente sanguíneo. Me produjo un ardor insoportable en todo el cuerpo. Sentí un peso enorme en los pulmones. Casi no podía respirar. Traté de gritar, pero la garganta se me había cerrado tanto que apenas podía susurrar.
El dolor se intensificaba de segundo en segundo. Todo me daba vueltas. Se me hinchó el cuello y la cara. Apenas podía abrir los ojos. Sentí una presión dolorosísima en los senos nasales. No tenía ni idea de lo que me ocurría. Traté de conservar la calma. Me repetí una y otra vez que aquello pasaría.
Después me dijeron que había sido una reacción alérgica al medio de contraste, una complicación que puede poner en peligro la vida de personas asmáticas como yo. Según parece, cuando el personal del hospital procedió a realizar la tomografía no tuvo en cuenta que yo sufría de asma.
Finalmente terminó la tomografía y volvió la enfermera. Me incorporé a los tumbos, tosiendo descontroladamente. Tenía la cara y el cuello hinchados y llenos de manchas rojas. Al darse cuenta de que me pasaba algo, la enfermera me ayudó a acostarme en una camilla y llamó a un médico. Cuando éste me preguntó dónde me dolía, ni siquiera pude mover la mandíbula para decírselo.
—Llévenla ahora mismo a la sala de urgencias —ordenó—. Esto es muy grave.
En la sala de urgencias, después de examinarme, un médico le explicó a mi padre lo que me sucedía.
—Tiene el pulso débil, la presión arterial le está bajando rápidamente, y le llega muy poco oxígeno a los pulmones. Está en shock tóxico.
Papá llamó por teléfono a casa y a varios amigos y les pidió que rezaran por mí. Cuando me apretó la mano, vi desesperación en sus ojos. De golpe me di cuenta de cuál era la conclusión tácita del médico: Mi vida pendía de un hilo.
Las enfermeras se apresuraron a conectarme a un respirador y a aplicarme inyecciones para contrarrestar la toxina.
—¡Respira! —me decían.
Aunque lo intentaba con todas mis fuerzas, sentía que me iba deslizando hacia las tinieblas, hacia una oscuridad silente, indolora, inexorable.
De pronto, recordé las palabras de Jesús. «Yo lucharé por ti. Nos enfrentaremos juntos a cada prueba que se presente». Unas fuerzas y una determinación que únicamente podían venir de Él me sacaron de aquellas tinieblas. Me esforcé por abrir los ojos y volver a inhalar.
El dolor alcanzó una nueva cota, más insoportable todavía. Las convulsiones me sacudían los miembros. No podía pensar, mucho menos rezar. Comenzó a apoderarse de mí una segunda ola de oscuridad entumecedora. Era tal mi impotencia para hacerle frente que sentía que me iba.
Volví a recordar las palabras salvadoras de Jesús: «Yo lucharé por ti. Nos enfrentaremos juntos a cada prueba que se presente».
Aferrándome a ellas saqué fuerzas para seguir luchando, para seguir respirando.
Dos intensas horas más tarde, estaba fuera de peligro. ¡Había sobrevivido!
Cuando salí del hospital con mi padre y me encontré nuevamente con el resplandor del sol, todavía estaba un poco atontada, pero tenía el corazón rebosante de gratitud y dicha. ¡Jesús me había salvado la vida! Tal como dice la Biblia, Él «es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Hebreos 13:8).
Me alegro muchísimo de haberme tomado unos minutos aquella mañana para pedirle que me hablara. Parecía algo insignificante, casi una molestia. Sin embargo, esas palabras fueron mi salvavidas.
Juan 10:27 Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.
1 Pedro 1:25 Pero la palabra del Señor permanece para siempre. Y ésta es la palabra del evangelio que se les ha anunciado a ustedes.
1 Juan 1:1 Lo que ha sido desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que hemos tocado con las manos, esto les anunciamos respecto al Verbo que es vida.

martes, 26 de julio de 2016

El principio de la acerola



Si vas de visita a alguna región tropical, te recomiendo que te tomes un vigorizante jugo de acerola, una frutita de color rojo que es una maravilla de la naturaleza. Aunque relativamente desconocida en el resto del mundo, la acerola tiene 32 veces más vitamina C que los cítricos, además de abundantes propiedades antioxidantes. Cierta vez vivimos en una casa que tenía un arbusto de acerola en el jardín, solo uno; pero ese arbolito daba tanta fruta que casi siempre había una jarra de jugo en la mesa a la hora de cenar.
Recuerdo ratos ociosos en las tardes en que me dedicaba a comer acerolas directamente del árbol, bien dulces por la acción del sol. Además descubrí una importante similitud entre mi espiritualidad y aquel árbol. Al igual que muchas frutas tropicales, la acerola no tiene una temporada particular de cosecha. Al principio me parecía que el árbol daba fruto cuando quería. A veces tenía cientos de puntos rojos; otras, había que buscar bastante para encontrarlos. No sabía por qué.
Al cabo de un tiempo un vecino me reveló el secreto de la acerola: da fruto en proporción directa al agua que recibe. Después de una temporada de lluvias, los arbustos de acerola se ven cargados de fruto; en cambio, en los períodos de sequía la fruta escasea.
Así, pues, empezamos a regar nuestro arbolito dos o tres veces al día. Como consecuencia, no dábamos abasto con todo lo que producía. Cuando estábamos muy ocupados y nos olvidábamos de regarlo, la producción se detenía.
Extrapolando ese principio, está claro que una vida espiritual fructífera no tiene ningún misterio. El árbol es como nuestra alma; y el agua, como la Palabra de Dios. El fruto son los resultados, los efectos patentes que tiene esa agua en nosotros. La cantidad de fruto que demos será directamente proporcional al volumen de agua que suministremos a nuestro árbol.
«El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza» (Gálatas 5:22,23). ¿Todas esas virtudes te parecen inalcanzables? Prueba a invertir un poco más de tiempo en el árbol de tu vida. Procura regarlo con más frecuencia y verás que empezará a producir esos estupendos frutos, que transformarán tu vida y el mundo que te rodea. Tal como sucede con el arbusto de la acerola, cuyas ramas se llenan de deliciosos frutos cuando uno lo riega, es imposible vivir cerca del corazón de Dios y no experimentar una transformación.
Salmos 119:25 Postrado estoy en el polvo; dame vida conforme a tu palabra.
Juan 6:63 El Espíritu da vida; la carne no vale para nada. Las palabras que les he hablado son espíritu y son vida.
Juan 5:26 Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha concedido al Hijo el tener vida en sí mismo.

lunes, 25 de julio de 2016

Tiempo muerto


Las dos de la tarde. Los pensamientos se agolpaban en mi cabeza. Acababa de salir de la última cita que tenía aquel día y de repente me di cuenta de que casi no llevaba dinero encima, ni tenía una tarjeta de débito. Me encontraba en un centro comercial y necesitaba tomar un autobús para ir a la academia de canto, pero no me alcanzaba para pagar el pasaje. Ni siquiera tenía para llegar a casa.
Comencé a dar vueltas, nerviosa, preocupada, fastidiada. ¿Cómo me había metido en aquel atolladero?
En ese instante, en medio de mi turbación, oí una voz conocida.
—Detente y escucha.
—Escuchar ¿qué? —respondí.
—Escúchame a Mí. Fíjate en lo alterada que estás. Lo peor que puedes hacer es seguir adelante si no sabes qué hacer.
Decidí prestarle atención a Jesús.
—De acuerdo. Tienes razón. No sé qué hacer.
—Confía en Mí.
No tenía nada que perder, así que oré:
—Jesús, en verdad quiero confiar en Ti. Te ruego que me ayudes.
Huelga decir que lo que yo quería era que me cayera algún dinero del cielo.
—No tiene que ser una cantidad muy grande, lo suficiente para llegar a la academia y luego volver a casa.
Miré al suelo. Nada.
—Confía en Mí —me volvió a decir—. Todavía falta mucho para que empiece tu taller de canto.
—¿Falta mucho?
No estaba segura.
Aminoré el paso para demostrar más confianza, y también con la esperanza de tranquilizarme. Mi exasperación se fue disipando. Hasta me puse a cantar interiormente. La voz parecía indicarme por dónde debía dirigirme y en qué esquinas debía doblar dentro de aquel gigantesco centro comercial.
De pronto vi a Joy y a Honey sentadas en un restaurante delante mismo de mí. Las había conocido unas semanas antes. Son las únicas modelos gemelas que hay en esta ciudad. Me saludaron con la mano, contentas de que se hubiera producido aquel encuentro fortuito.
Aunque… ¿fue realmente casual?
Una hora después, me despedí de ellas. No me cabía duda de que Jesús había dejado caer dinero del cielo, pero a Su modo: Joy me pidió que les hiciera un retrato a lápiz e insistió en pagármelo en el acto.
Ya tenía el dinero que me hacía falta. Llegué temprano al taller y, como era de esperar, también llegué a casa sin contratiempos. Estaba en deuda con aquella delicada voz.
Ahora, cuando estoy ofuscada y me pongo a pensar: «¿Cómo me he metido en este lío?», lo único que tengo que hacer es detenerme, escuchar y pedir ayuda a Jesús.
Salmos 40:1 – Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.
Salmos 37:7-9 – Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados.
Isaías 40:31 Pero los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas; volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán.

Cómo escapar de la vorágine


Te tengo un acertijo. Dime algo que ahora mismo puede suponer un pequeño esfuerzo, pero a la larga te ahorrará mucho trabajo. Te daré unas pistas. Se menciona repetidamente en la Biblia, y nadie que haya logrado grandes cosas para Dios ha prescindido de ello. Aunque se trata de un concepto capaz de transformar nuestra vida, es difícil de entender porque se opone a nuestra forma natural de pensar.
La respuesta es reposar en Jesús. En otras palabras, parar lo que estamos haciendo y tomarnos un rato tranquilo para conectarnos con Él espiritualmente, lo cual tiene un efecto renovador y regenerador; y luego aprender a llevar con nosotros esa paz cuando retomamos nuestras actividades, para que las circunstancias no nos sometan a tanta tensión ni terminen agotándonos.
Parece muy sencillo, pero no es tan fácil llevarlo a la práctica, sobre todo al principio. Una de las razones es que va a contrapelo de nuestra tendencia natural. Cuando hay mucho que hacer, lo que menos queremos es aminorar la marcha, dedicar tiempo a orar y leer la Palabra de Dios, y dejar que Él nos hable. Esas cosas no nos nacen ni nos parecen lógicas cuando tenemos que cumplir un plazo muy apretado o todo se mueve muy rápido.
No obstante, repasando biografías de personas que hicieron grandes cosas por Jesús, uno se encuentra con muchas que se rigieron por este principio. Es más, según varios pasajes de los Evangelios, Jesús mismo necesitaba ratos así para descansar y reabastecerse espiritualmente. En cierto lugar dice que, habiéndose levantado antes del alba, se marchó a un sitio solitario para orar; (Marcos 1:35) en otro cuenta que se pasó toda la noche rezando a Dios; (Lucas 6:12) y en otro, que tenía por costumbre ir a rezar al monte de los Olivos (Lucas 22:39,41).
La mayoría necesitamos un cambio de mentalidad en ese aspecto. Al fijarnos en todo lo que tenemos que hacer, en vez de sacar la conclusión de que más nos vale ponernos a trabajar enseguida, debemos pensar: «¡Estupendo! Jesús, esta es una buena oportunidad para que intervengas y me prestes la ayuda que nadie más que Tú puede darme».
No aprenderemos a descansar en el Señor si no ponemos de nuestra parte y nos distanciamos de la pelea. Si uno ha estado muy ocupado, cuando llega el momento de que su espíritu necesita un descanso, normalmente se siente agobiado pensando en todo lo que todavía le queda por hacer.
Pero si logramos formarnos el hábito de hacer una pausa en nuestro trabajo para encomendarle a Jesús todas nuestras preocupaciones y sacar de Él nuevas fuerzas e inspiración, no nos veremos tan atrapados en el círculo vicioso de exigirnos más de la cuenta y quedarnos cada vez más rezagados. Más bien crearemos un ciclo positivo en el que el Señor nos fortalecerá para realizar las tareas que tenemos entre manos, y de resultas de eso adquiriremos más fe para echar sobre Sus hombros nuestras cargas y confiar en que Él se ocupará de ellas.
Todos queremos gozar de la paz, el contentamiento y el buen tino que nos da Jesús cuando pasamos ratos con Él. La prueba viene cuando volvemos al trabajo. En muchos casos dejamos atrás la esfera de la tranquilidad, la paz y las posibilidades infinitas, y no pensamos más que en hacer todo lo posible nosotros mismos. Así, en un abrir y cerrar de ojos, nos vemos otra vez inmersos en el frenesí de la vida moderna.
Reposar en Jesús consiste en no tratar de llevar las cargas nosotros mismos. Significa echarlas constantemente sobre Sus hombros. Es hacer nuestra parte en oración para que Él lleve los pesos que nosotros no podemos levantar. Es valorar tanto los ratos que pasamos con Dios que no los posterguemos, y como consecuencia contemos con una mayor medida de Sus bendiciones y de Su Espíritu en todo lo que hagamos; todo por haberle entregado a Jesús nuestras cargas por medio de la oración en lugar de llevarlas nosotros mismos.
Es fácil andar día a día como subidos a una de esas cintas de correr o trotadoras estáticas de los gimnasios. Quizá pensamos que no podemos dejar de correr para no quedarnos rezagados y, sin embargo, tenemos la sensación de que no avanzamos ni un milímetro. Antes de llegar a ese punto debemos tener la sensatez de bajarnos y pedirle a Jesús que nos ayude a andar a Su ritmo.
Ese cambio puede marcar el inicio de un ciclo de fortaleza, alivio de las presiones y auténticos progresos. Si reposamos en Jesús, si pasamos ratos con Él, si traspasamos nuestras cargas a Sus hombros y dejamos que Él trabaje en espíritu, tendremos fuerzas y tiempo para todo lo demás que haya que hacer.
Mateo 11:28-30 Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana.
Filipenses 4:6-7 – No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Salmos 37:7 Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados.

domingo, 24 de julio de 2016

sábado, 23 de julio de 2016

Mantenimiento preventivo



Todos pasamos por situaciones que dejan una huella profunda en el alma. Yo viví una de esas experiencias hace un par de años. Mientras oraba, Jesús me reveló: «Pondré a prueba tu fe dentro de poco, pero no temas. Será una época de reajustes». Diez días después, durante un viaje para llevar ayuda humanitaria a una zona de difícil acceso de Burkina Faso, África occidental, me encontré boca abajo dentro de un Land Rover que se había salido de la carretera y rodado hacia una zanja.
Recuerdo los siguientes días como un enjambre de visitas a hospitales, llamadas telefónicas, recuentos del incidente y palabras de agradecimiento a Dios por Su protección. Cinco personas pasamos por lo que podría haber sido un accidente mortal; sin embargo, la peor lesión que sufrimos fue una rotura de clavícula.
Dios tiene la increíble capacidad de sacar experiencias positivas de cualquier situación, como pudimos comprobar una vez más. Fuimos beneficiarios de la hospitalidad y empatía tan frecuente en todos los estratos de la sociedad africana. Todos, desde los taxistas hasta los doctores, sin olvidar a los embajadores, expresaron su preocupación por que estuviéramos bien atendidos. Yo también aprendí a apreciar más a mis compañeros, cuyos hematomas, contusiones e incluso una fractura no constituyeron un obstáculo para llevar ayuda humanitaria a varios orfanatos y aldeas lejanas.
No obstante, lo que me marcó más fue la enseñanza que me dejó el Señor acerca de mi vida espiritual. Como las ruedas de aquel Land Rover, que no estaban bien alineadas y resultaron ser la causa del accidente, mi espíritu también necesita mantenimiento con regularidad. De lo contrario, si no le hago revisiones frecuentes, se puede averiar de pasar por tanto bache y tanta roca en la ruta de la vida: dificultades, decepciones, pérdidas y otros percances. Y si no corrijo la alineación de mi espíritu, la próxima vez que me tope con un gran bache podría perder el control, salirme de la carretera y acabar en una zanja boca abajo.
La puesta a punto de nuestro espíritu, aplicando oración, nutriéndolo de elementos sanos y llevando una vida acorde con los principios divinos, es tan importante para nuestra felicidad y calidad de vida como poner a punto un vehículo en aras de la seguridad y el buen rendimiento en la carretera. Cuando nos esforzamos por mantener saludable nuestro espíritu y somos conscientes de nuestra capacidad y nuestras limitaciones, reaccionamos mejor ante cualquier imprevisto. La fe en el amor de Dios mitiga, como la amortiguación, el efecto de los baches. Una correcta alineación nos mantiene encauzados en la buena senda. Nuestra vida discurre entonces por el rumbo que Dios ha dispuesto.
¡Buen viaje!
Juan 15:4 – Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.
Mateo 4:4 – Jesús le respondió:—Escrito está: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
Santiago 1:22-25 – No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un espejo y, después de mirarse, se va y se olvida en seguida de cómo es. Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarla.

viernes, 22 de julio de 2016

Crecimiento integral


Hace poco participé en un seminario de coaching. Entre muchas otras actividades, los asistentes realizamos un estimulante ejercicio llamado la rueda de la vida. Muchos de ustedes probablemente lo habrán hecho alguna vez. Es una representación gráfica de cómo califica uno las distintas facetas de su vida. Aparece una rueda con varios sectores, como los pedazos en que se parte una torta, que representan los distintos aspectos de la vida de uno: trabajo, amor, ocio, familia, amigos, espiritualidad, crecimiento personal, etc. Uno luego debe asignar un puntaje del 0 a 10 a cada una de esas facetas.
Para ello colorea el área correspondiente hasta el nivel en que considera que se encuentra en ese momento. Se aprecia entonces claramente en qué aspectos está uno carente y en cuáles exhibe buen nivel.
Lo ideal es que todas las partes de la rueda estén parejas y bien llenas. Si una está más baja o desinflada, es lógico que haya problemas. No se avanza por la carretera de la vida con la ligereza deseable. Muchas veces andamos muy bien en la parte profesional o de trabajo —vamos como bólidos—, pero descuidamos la familia o la espiritualidad.
Es saludable tener bien inflada la rueda y esmerarnos en lograr simetría y equilibrio entre los distintos aspectos de nuestra vida. Si dedicamos mucho tiempo y esfuerzos a uno de ellos en desmedro de los otros, se pierde esa estabilidad y armonía. Si la parte que descuidamos es la del crecimiento interior, nos atrofiamos en nuestro desarrollo emocional y espiritual, y nuestro vehículo —léase nuestro cuerpo y alma— no circula bien por la vida.
De ahí la importancia de revisar de cuando en cuando nuestro neumático para ver qué partes están bajas. Para eso tenemos un inmejorable aliado: Dios, que es un mecánico y asesor de primera en el rally de la vida. Con gusto nos indica qué aspectos hemos postergado o desatendido, y qué podemos hacer para potenciarlos y transitar mejor por los ásperos caminos de este mundo.
Tu felicidad y tu salud integral son importantes para Dios. Eres creación Suya, y te ama entrañablemente. Sin embargo, aún no ha terminado de formarte. En este número encontrarás consejos para hallar ese sano equilibrio y potenciar tu crecimiento integral.
Juan 1:12- Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.
Gálatas 3:26 – Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús.
1 Pedro 2:10 – Ustedes antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios; antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido.

E eis que, dentre a multidão

"E eis que, dentre a multidão, surgiu um homem, dizendo em alta voz: Mestre, suplico-te que vejas meu filho, porque é o único; um espírito se apodera dele e, de repente, grita e o atira por terra, convulsiona-o até espumar, e dificilmente o deixa, depois de o ter quebrantado." Lucas 9:38-39

Pensamento: Existem problemas familiares de todo tipo. Jesus, tanto no Seu tempo na terra como ainda hoje, é maior do que todos os problemas familiares. Isso o pai daquele rapaz atormentado pelo mal também sabia, e por isso veio a Jesus com sua aflição. Ninguém foi capaz de remediar sua aflição familiar, somente Jesus podia ajudar. E Ele ajudou! Ele "repreendeu o espírito imundo, curou o menino e o entregou a seu pai." Hoje Jesus também quer ajudar em todo problema familiar, seja ele causado por culpa própria ou de estranhos. Em cada situação, fale com Jesus sobre o assunto; fale com Ele como fez aquele pai aflito. Se Ele não intervém imediatamente, não desanime. Continue falando com Jesus sobre os seus problemas familiares. Ele o ouvirá e, tocado por misericórdia, mais uma vez se mostrará como Aquele que é maior que tudo. Ele não o rejeitará, pois Ele mesmo disse: "...o que vem a mim, de modo nenhum o lançarei fora."

Oração: Senhor Deus, nas horas difíceis, em que tudo parece perdido, em que a situação foge ao controle, somente o Senhor é capaz de trazer esperança a minha vida. Por favor, Tu conheces minha necessidade, minha luta e meu sofrimento, por isso eu rogo por um milagre do Senhor, e declaro a Sua vitória sobre minha vida, em nome de Jesus. Amém.

jueves, 21 de julio de 2016

Silencio

El bienestar espiritual incide en el bienestar general. Cuando el espíritu está sosegado y en paz, el organismo se beneficia. La Biblia dice: «Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros» (Santiago 4:8). La música inspirativa, la lectura y la oración en voz alta pueden ayudarnos a acercarnos a Dios. Sin embargo, también debe haber momentos en que comulguemos con el Señor en silencio. Él dice: «Estad quietos y conoced que Yo soy Dios» (Salmo 46:10). El objeto de este ejercicio espiritual es serenar el espíritu dedicando 10 o 15 minutos a reflexionar en silencio.
Retírate a un lugar tranquilo donde nadie te vaya a molestar. Tal vez convenga que leas un salmo o escuches o cantes un himno o una canción de alabanza para apartar de tu mente otros pensamientos y ayudarte a «entrar por Sus atrios con alabanza» (Salmo 100:4). Luego medita en uno o en varios de los siguientes textos:
Me retiro de este mundo
de bullicio y de pecado
y aguardo hasta que intuyo
que Tu tenue voz me ha hablado.
En reverencial silencio
quedo absorto en Tu presencia.
Muéstrame Tu amor secreto,
manifiéstame Tu esencia.
—Charles Wesley
Distiéndete y ponlo todo a un lado. Hazte a la idea de que estás en presencia de Dios. Puedes despreocuparte y hacer todo a un lado precisamente porque Dios está presente. En Su presencia, todo lo demás deja de ser motivo de inquietud; está todo en Sus manos. La tensión, las ansiedades, las preocupaciones, las contrariedades se desvanecen delante de Él como la nieve ante el sol.—James Borst
La Tierra y sus escenas decrezcan.
Ruido y vanidad enmudezcan.
En el silencio de mi interior
hallo el Cielo y hallo a mi Dios.
—Isaac Watts
Prácticamente nunca hay un silencio absoluto en nuestra alma. Dios está casi incesantemente hablándonos en voz queda. Cuando los sonidos del mundo se acallan o se reducen en nuestro espíritu, oímos esos susurros divinos. Dios está en todo momento comunicándose con nosotros, solo que a causa del ruido, las prisas y las distracciones de nuestra vida acelerada, no siempre captamos Su voz.—F. W. Faber
Salmos 46:10 «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!»
Salmos 62:5 Sólo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza.
Proverbios 17:28 Hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca.

miércoles, 20 de julio de 2016

¿Cansado de arrastrar los pies? Prueba estos 7 energizantes

1. Desayunar
Los estudios revelan que quienes desayunan suelen gozar de mejor humor y tienen más energías durante la jornada que quienes no lo hacen.
Investigadores de la Universidad de Cardiff descubrieron que un nutritivo plato de cereal cada mañana reduce el nivel de cortisol, la hormona del estrés.
Como es sabido, conviene evitar los alimentos altamente procesados, pues suelen ser perjudiciales para la salud. Tal es el caso de muchos cereales envasados.

2. Beber agua
A veces hasta una leve deshidratación puede provocar una sensación de cansancio y letargo. La sangre y otros líquidos corporales se componen más que nada de agua. Una pequeña falta de agua puede hacer más densa la sangre, lo que obliga al corazón a bombear con más fuerza para llevarla a los órganos y células. Resultado: fatiga.
La solución es sencilla: un vaso grande de agua. Además de beber más, hay que consumir alimentos de alto contenido hídrico como son las zanahorias, las sandías, las naranjas y otras frutas y verduras jugosas.

3. Caminar unas cuadras
Se puede pensar que la actividad física, cuando se está agotado, aumenta el cansancio. En realidad es al revés. La actividad física moderada —caminar, por ejemplo— incrementa el nivel de energía.
Experimentos realizados en la Universidad Estatal de California revelaron que una caminata de diez minutos a paso ligero tiene un efecto revitalizador que dura hasta dos horas. Y los que hicieron una caminata de diez minutos todos los días durante tres semanas reconocieron que se sentían con más energías y que había mejorado su estado de ánimo.

4. Bocados de alto contenido energético
Una merienda que combine proteínas, un poco de grasa y algo de fibra —por ejemplo una galleta integral untada con crema de maní, o yogurt con un puñado de nueces— es un energizante natural. Los carbohidratos tienen un efecto rápido, las proteínas mantienen alto el nivel de energía, y la grasa hace que dure.
Conviene comer cada tres o cuatro horas. Con tres comidas ligeras y dos refrigerios la concentración de azúcar en la sangre y el nivel de energía se mantienen estables todo el día. Pero claro, tienen que ser comidas ligeras. La digestión de las comidas copiosas requiere más energía, lo que puede derivar en una sensación de letargo.
Los alimentos dulces incrementan la cantidad de azúcar en la sangre y en un principio producen un arranque de energía. Pero éste da paso a un rápido descenso de los niveles de azúcar, que puede crear una sensación de agotamiento. En cambio, la fibra ralentiza la asimilación de los carbohidratos; de ahí que la glucosa liberada por los alimentos ricos en fibra entre al torrente sanguíneo a un ritmo lento y continuo. Es energía que persiste.
He aquí algunos ejemplos de alimentos que contienen mucha fibra: cereal con salvado, una tortilla multigrano rellena con frijoles negros y queso, palomitas de maíz preparadas con un palomitero de aire caliente, una manzana.

5. Café con leche
Es posible combinar el rápido efecto estimulante de la cafeína con el poder vigorizante de las proteínas tomando café con leche en vez de café solo. Así el cafecito pasa a ser una bebida proteica. No solo proporciona más energía, sino también calcio, que es bueno para los huesos, siempre y cuando no se anule ese beneficio endulzándolo demasiado. Combínalo con un puñado de almendras; la grasa sana que contienen te proporcionará energía durante un buen rato, y te parecerá que te estás danto un gustazo.

6. Reducir el estrés
El estrés es un enorme consumidor de energía. Por más que se mantenga a un nivel bajo, el estrés crónico es desgastante. Con el tiempo la persona acaba haciendo menos, y más cansada.
Así pues, todo lo que te resulta relajante reduce la tensión y aumenta tus energías.
Practica la respiración abdominal. Al inhalar, el vientre debe ponerse redondo y llenarse como un globo; al espirar, debe desinflarse. Claro que es difícil acordarse de respirar profundamente cuando se está sometido a mucha presión. Junto a la computadora o en cualquier sitio en que suelas estar tenso puedes colocar como recordatorio una foto de un paisaje sereno que diga: «Respira».
Olvida el resentimiento. Los rencores producen en la mente y el cuerpo una reacción similar a la que genera el estrés crónico. Con el tiempo eso afecta al sistema inmunológico y causa agotamiento. En cambio, la empatía y el perdón actúan como reguladores del estrés y de sus efectos sobre el organismo.

7. Vigorizar el espíritu
La vida nos depara de todo. Los trances emocionales son inevitables. Sin embargo, el cerebro y el cuerpo se recuperan mejor, con más bríos y vigor, cuando reaccionas con prudencia. En esos momentos la oración y el optimismo son valiosos aliados.
Lávate la cara o dúchate. Hay investigaciones que han demostrado que refrescarse con un poco de H2O puede incrementar el nivel de energía y reducir la tensión cuando se está agobiado.
Escuchar música es uno de los medios más eficaces de contrarrestar el mal humor, disminuir la tensión y aumentar la energía. Se ha determinado que la música es un poderoso medio de distracción cuando se está fatigado. Pon una de tus canciones favoritas cuando te sientas bajoneado.
Haz el bien. Un estudio publicado en el Journal of Health and Social Behavior revela que las acciones altruistas potencian seis aspectos que inciden en el nivel de energía: satisfacción con lo que se hace, autoestima, la sensación de que uno está al mando de su vida, salud física, estado de ánimo, y felicidad.
Isaías 40:29 Él fortalece al cansado y acrecienta las fuerzas del débil.
Colosenses 1:29 Con este fin trabajo y lucho fortalecido por el poder de Cristo que obra en mí.
Salmos 22:19 Pero tú, Señor, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio.

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