jueves, 31 de marzo de 2016

AUXILIO EN TIEMPOS DIFÍCILES


Provisión material
Salmo 34:10: Los leoncillos necesitan, y tienen hambre; pero los que buscan al Señor no tendrán falta de ningún bien.
Mateo 6:33: Mas buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Romanos 8:32: El que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?
Filipenses 4:19: Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.

Protección
Deuteronomio 33:27a: El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos.
Nahum 1:7: El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en Él confían.
Salmo 46:1: Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Salmo 91:9,10: Porque has puesto al Señor, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, 10 no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada.
2 Timoteo 4:18a: Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para Su reino celestial.

Liberación del temor
Isaías 12:2: He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH el Señor, quien ha sido salvación para mí.
Isaías 41:10: No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de Mi justicia.
Salmo 23:4: Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infundirán aliento.
Salmo 27:1: El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
Salmo 112:7: No tendrá temor de malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor.

Fuerza interior
Salmo 84:5a,7: Bienaventurado el hombre que tiene en Ti sus fuerzas. 7 Irán de poder en poder; verán a Dios en Sion.
Isaías 40:31: Pero los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Filipenses 4:13: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Consuelo
Salmo 71:21: Aumentarás mi grandeza, y volverás a consolarme.
Isaías 51:12a: Yo, yo soy vuestro consolador.
Salmo 103:13,14: Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que le temen. 14 Porque Él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.
Salmo 138:7a: Si anduviere yo en medio de la angustia, Tú me vivificarás.
2 Corintios 1:4: El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.

Orientación
Isaías 42:16: Y guiaré a los ciegos por camino que no sabían, les haré andar por sendas que no habían conocido; delante de ellos cambiaré las tinieblas en luz, y lo escabroso en llanura. Estas cosas les haré, y no los desampararé.
Isaías 30:21: Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.
Proverbios 3:5,6: Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. 6 Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.
Jeremías 33:3: Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Santiago 1:5: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

Milagros
Mateo 17:20b: Porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
Marcos 9:23: Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
Juan 14:12: De cierto, de cierto os digo: El que en Mí cree, las obras que Yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque Yo voy al Padre.
Juan 14:14: Si algo pidiereis en Mi nombre, Yo lo haré.

miércoles, 30 de marzo de 2016

LA MEJOR SEGURIDAD


Lo mejor que podemos hacer cuando el mundo se viene abajo es resguardarnos en la esfera de protección divina. «El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo al Señor: “Esperanza mía y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré”. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con Sus plumas te cubrirá, y debajo de Sus alas estarás seguro; escudo y adarga es Su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya. Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará».
Aunque alrededor haya guerras y revueltas y reine la confusión, se puede tener paz interior gracias al Príncipe de Paz, Jesucristo. Él nunca deja indefensos a los que confían en Él. El secreto radica en tener una relación íntima con el Señor, vivir en sintonía con Él y seguir lo que dice Su Palabra, la cual nos fortalece espiritualmente.
Quienes creen en Dios y depositan en Él su confianza cuentan indudablemente con Su auxilio y protección. Un episodio bíblico muy alentador en ese sentido es el de Rahab la ramera en la antigua ciudad de Jericó. Gracias a que Rahab tuvo fe y arriesgó su vida por asistir a dos espías que estaban al servicio de Dios, cuando la ciudad fue sitiada y destruida por un ejército invasor, la única parte del muro que no cayó fue la pequeña sección donde estaba ubicada su casa. Ella y sus familiares sobrevivieron, y los conquistadores no les hicieron daño.
Quienes han hecho todo lo posible por vivir conforme a lo que saben que Dios espera de ellos obtienen muchas veces protección divina en medio de una catástrofe natural o de algún desastre provocado por el hombre. «El Señor sabe librar de la prueba a los que viven como Dios quiere». Ahora bien, eso no quiere decir que Él no vaya a permitir que suframos daño alguna vez. Él promete librarnos; pero en ciertos casos sabe que la mejor forma de terminar con nuestro sufrimiento es llevarnos a casa, al Cielo. Por eso, si has aceptado a Jesús como tu Salvador, lo peor que te puede suceder es que te mueras y te vayas al Cielo más pronto de lo que pensabas. No tienes motivo de preocupación, pues de una manera u otra, sea aquí o sea allá, Él cuidará de ti con mucho amor.
Además, conviene tener presente que cuando le ocurre un percance a una persona que ama a Dios, Él desea que ello redunde en algún bien. «A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien». No te inquietes cuando te sobrevenga una época de pruebas y tribulaciones, ni vayas a pensar que es señal de que Dios no te ama o de que te ha desheredado. Dios ha posado sobre ti Su mano, y eso es lo que sientes. Se está valiendo de la situación para convertirte en la persona que Él sabe que puedes llegar a ser, o está haciendo que otros factores redunden en tu beneficio. Por difícil que te parezca ver lo bueno que puede depararte esa situación, eso es lo que se propone y lo que te promete.
Estás en Sus manos. Ten, por tanto, la certeza de que «el que comenzó en ti la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo». Esas pruebas son pasajeras. Entretanto, Él te guarda.
A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien
Tras la noche más lóbrega de la Historia veremos el más radiante amanecer. Las sombras que se ciernen rápidamente sobre el mundo son las de la Gran Tribulación, tres años y medio aterradores en los que un dictador despiadado conocido como el Anticristo gobernará el mundo; por otra parte, la aurora simboliza la venida de Cristo. Antes de mejorar, la situación empeorará. No obstante, a pesar de las tinieblas cada vez más densas que cubrirán el mundo, sabemos que todo terminará bien. La hora más oscura es justo antes del amanecer. Por eso, cuanto antes empeoren las cosas, antes mejorarán.
Si bien tendremos que pasar por negros momentos de pruebas y tribulaciones, luego saldrá un sol radiante que disipará todas las penas. Nuestras aflicciones se esfumarán como una pesadilla. Un día de estos, Jesús parará el mundo para que nos bajemos. Nos librará de toda esta angustia y confusión y nos trasladará a esa dimensión de ensueño que hay más allá, a espléndidos lugares celestiales donde reinan la paz, la quietud, la belleza y el amor. ¡Un ratito más y veremos Su gloriosa alborada!
Filipenses 4:6 – No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
2 Tesalonicenses 3:16 – Que el Señor de paz les conceda su paz siempre y en todas las circunstancias. El Señor sea con todos ustedes.
Juan 16:33 – Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.

martes, 29 de marzo de 2016

RENOVACIÓN INTERIOR

«Si alguno está en Cristo—dice la Biblia—, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas». Esa transformación comienza en el momento en que invitamos a Jesús a entrar en nuestro corazón y formar parte de nuestra vida. Sin embargo, toma bastante más tiempo entrar en Jesús, es decir, sumirse completamente en Él y cimentar bien la fe. Cuanto más lo hacemos, más vamos dejando atrás nuestros viejos hábitos y formas de pensar, con lo que en efecto todas las cosas «son hechas nuevas».
¿Qué mejor momento que la Pascua, la celebración de la resurrección, para renovarse espiritualmente?

Pide a Dios que te indique uno o dos aspectos en los que te vendría bien cambiar o madurar como individuo. Por ejemplo: ¿Sueles tener una actitud positiva y agradecida, o tienes más bien tendencia a quejarte de las dificultades de la vida? ¿Te haces tiempo para leer la Palabra de Dios y reflexionar sobre cómo se te aplica, o dedicas tus ratos libres a ver la televisión y a otros pasatiempos? ¿Oras por las personas que están en apuros, o sólo te inspiran lástima pero no te mueven a actuar? ¿Te ofreces a ayudar con alegría y abnegación, o resientes los sacrificios que a veces tienes que hacer por los demás? ¿Hay algún otro aspecto en que debas cambiar?
Tómate unos minutos para rezar y encomendarle a Jesús esas cuestiones. «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí».
Superar viejos hábitos requiere tiempo y un esfuerzo sostenido; pero una vez que reconoces la necesidad de cambiar y pides ayuda a Jesús, puedes invocar esta promesa: «El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará». Tú haz lo que puedas, y Él hará el resto.
Romanos 7:22 – Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios.
Hebreos 4:12 – Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.
1 Juan 4:18 – Sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.

Ocioso tripulación

Proverbios 19:15 (NVI)
La pereza conduce al sueño profundo;
el holgazán pasará hambre.

2 Tesalonicenses 3:6-12 (NVI) Hermanos, en el nombre del Señor Jesucristo les ordenamos que se aparten de todo hermano que esté viviendo como un vago y no según las enseñanzas recibidas de nosotros. Ustedes mismos saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Nosotros no vivimos como ociosos entre ustedes, ni comimos el pan de nadie sin pagarlo. Al contrario, día y noche trabajamos arduamente y sin descanso para no ser una carga a ninguno de ustedes. Y lo hicimos así, no porque no tuviéramos derecho a tal ayuda, sino para darles buen ejemplo. Porque incluso cuando estábamos con ustedes, les ordenamos: «El que no quiera trabajar, que tampoco coma.»
1 Timoteo 5:13 (NVI) Además se acostumbran a estar ociosas y andar de casa en casa. Y no sólo se vuelven holgazanas sino también chismosas y entrometidas, hablando de lo que no deben.

lunes, 28 de marzo de 2016

REFLEXIONES DE SEMANA SANTA


El sentido de la Pascua no se encuentra en los conejitos ni en los huevos de colores. Para los que conocemos a Jesús, es mucho más que eso. Es la conmemoración de Su victoria sobre la muerte, el cumplimiento de Su amor.
Amanda White

[Jesús] se apartó de nuestra vista para que volvamos sobre nosotros, entremos en nuestro corazón y le hallemos; pues aunque partió, siempre está aquí con nosotros.
San Agustín


La resurrección hace que mi vida cobre sentido. Me da un norte y la oportunidad de empezar de nuevo, cualesquiera que sean las circunstancias en que me halle.
Robert Flatt

La Pascua es la demostración divina de que la vida es esencialmente espiritual e intemporal.
Charles Crowe

La vida no empieza a los cuarenta ni a los veinte, sino en el Calvario.
Elaine Kilgore

Un hombre completamente inocente se ofreció a sí mismo por el bien de otros, incluidos sus enemigos, y asumió la redención del mundo. Fue un acto perfecto.
Mahatma Gandhi

Las manos traspasadas de Jesús crucificado nos dejan ver el corazón de Dios henchido de amor.
Anónimo

Si Jesús volvió a la vida en el año 33, significa que sigue con vida en la actualidad, porque es Dios. He ahí el mensaje pascual.
Michael Whitehead

Este mensaje tan sencillo transformó el mundo para siempre: «No está aquí, pues ha resucitado».
Linda Bowles

Jesús emergió del sepulcro para invadir mi corazón.
Donna Hosford

Que el gozo de la resurrección nos rescate de la soledad, la impotencia y la desesperación y nos transporte a un mundo de fortaleza, belleza y felicidad.
Floyd Tomkins

El día de Pascua, el velo que nos separa de la eternidad se vuelve ligero y vaporoso.
Douglas Horton

En la Pascua
En la Pascua las azucenas
brotan triunfantes de la tierra.
De pronto despiertan los bulbos
que habían estado ocultos.
Son una bella alegoría
de que Jesús volvió a la vida
cuando ángeles blancos y pulcros
retiraron de Su sepulcro
la enorme piedra de la entrada,
y así la cruz quedó olvidada.
June Masters Bacher

Juan 10:11 – Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.
Juan 6:51 – Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.
Hechos 5:31 – Por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.

domingo, 27 de marzo de 2016

EL ETERNO AMOR DE DIOS



Tan pronto como me conecté a Internet un aluvión de mensajes inundó mi bandeja de entrada. Se habían ido acumulando mientras viajaba del Medio Oriente a Europa. Empecé a mirarlos desganadamente, separando el correo basura de los mensajes que sí valían. En esto, me sorprendió encontrar una nota de una persona de la que no había tenido noticias en mucho tiempo. La carta decía:
Hace veinte días, unos análisis revelaron que tengo cáncer. Gracias a Dios, aún no se ha extendido. Me van a operar muy pronto. ¡Ojalá pudieras venir a verme al hospital! Estaré ingresada una semana. No me da miedo operarme, pero estoy un poco preocupada.
Cuando me enteré, me sentí traicionada. Confiaba en mi salud, y de pronto resulta que tengo cáncer. ¡Qué tristeza, qué desilusión! Luego oré. La bondad y misericordia de Dios siempre me han acompañado y protegido. Él me dio señales que contribuyeron a que la enfermedad se descubriera en una fase temprana. Creo que me pondré bien.

Muy conmovida por el hecho de que aquella buena mujer me pidiera ayuda en un momento de necesidad, envié una nota a una compañera. Como yo no iba a regresar hasta pasadas varias semanas, le pedí que en lo posible la fuera a visitar y orara por ella. Asimismo, le envié a la señora un mensaje en que le explicaba que yo estaba ausente y que había pedido a una amiga, también conocida de ella, que la llamara. Le prometí que la tendría muy presente en mis oraciones.
Casi un mes después volví a casa y me enteré de que mi compañera había visitado a aquella señora en el hospital poco después de la operación. La señora había pasado por una experiencia cercana a la muerte por complicaciones postoperatorias. Mientras se encontraba entre dos mundos, tuvo la clara sensación de que aún no había llegado su momento de morir, de que Dios todavía tenía para ella algunas tareas pendientes en esta vida. Agradecía que la hubieran revivido, pero paradójicamente la experiencia la había dejado preocupada y deprimida. En ese estado la encontró mi amiga; sin embargo, después de conversar un rato, la señora cobró ánimo y asió con firmeza la mano de mi amiga mientras oraban juntas por su pronta recuperación y sus fuerzas anímicas.
Telefoneé a la señora y me explicó cuánto la había conmovido la visita. Que mi colega fuera a acompañarla significó mucho para ella.
—Fue como si me hubiera visitado un ángel —me aseguró.

Aunque la batalla por su salud no ha terminado, nos dio sinceramente las gracias a las dos por nuestras oraciones y nos pidió que la fuéramos a ver a su casa.
Antes de ir le preparé una tarjeta con algunos pasajes de la Escritura sobre cómo Jesús, el Gran Médico, en Su paso por la Tierra «anduvo haciendo bienes y sanando a todos». Le expliqué también que según la Biblia Él «es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos». Mientras reflexionaba sobre qué otra cosa decirle, de mi lapicero brotaron sin esfuerzo palabras llenas de amor. Jesús mismo le quiso expresar Su amor y Su interés por ella. El mensaje terminaba con una breve plegaria que ella misma podía hacer.
En su casa conversamos y le expliqué que mientras oraba había recibido un mensaje de ánimo para ella de parte de Jesús y que esperaba que no le resultara ofensivo.
Respondió categóricamente:
—Aunque no soy cristiana, amo mucho a Jesús. Cuando estoy preocupada o intranquila, escucho un cassette de un cantante famoso que grabó dos oraciones, una para Semana Santa y otra para Navidad. La que habla de la crucifixión y resurrección de Jesús me infunde mucha paz.

Abrió el sobre que contenía la tarjeta y se puso a leer el mensaje de Jesús. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Un poco avergonzada, preguntó si podía leer el resto más tarde.
La siguiente vez que hablé con ella, me dijo que había vuelto a leer todo el mensaje y que había hecho la oración.
—Me llena de paz interior —añadió—. He aceptado lo que Dios me ha deparado y estoy segura de que todo se resolverá.
Luego de conversar un rato, las dos llegamos a la conclusión de que lo que en realidad importa en la vida es creer en Dios, amarlo y aceptar Sus palabras. Este atribulado mundo nuestro en el que cada vez se levantan más barreras entre los pueblos y las religiones podría ser muy distinto si saliéramos al encuentro de los demás, tendiéramos puentes y nos concentráramos en lo que de verdad importa: amar a Dios y comunicar Su amor al prójimo. Dios envió a Jesús al mundo para manifestar Su amor a toda la humanidad. El eterno amor de Dios no ha variado; y Jesucristo, que sanó corazones y cuerpos, es el mismo ayer, hoy y siempre.
1 Juan 4:18 – Sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.
1 Juan 4:9-12 – Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Queridos hermanos, ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente.
Romanos 5:8 – Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.

LA DECISIÓN



Jesús dice: «He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo»1. El amor de Dios es infinitamente poderoso, pero Él no te lo impone. Más bien envía a Jesús a tocar a la puerta de tu corazón, y espera que tú le abras y lo invites a entrar.
Él te ofrece vida eterna, pero al mismo tiempo quiere hacerse muy presente en tu realidad cotidiana. Sin embargo, no puede a menos que tú lo quieras. Espera mansa y pacientemente a la puerta de tu corazón. Tal vez lleva años aguardando a que oigas Su llamada y le abras. Quiere ser tu Salvador y entrará en cuanto se lo pidas; pero ha dejado en tus manos la decisión.
¿Aceptas a Jesucristo como tu Salvador? Si aún no lo has hecho o no estás seguro de estar salvado, haz sinceramente esta sencilla oración:
Jesús, te ruego que me perdones todos mis pecados. Gracias por morir por mí. Te abro la puerta de mi corazón y te invito a formar parte de mi vida. Lléname de Tu amor, ayúdame a conocerte y condúceme por la senda de la verdad. Amén.
Si hiciste en serio esta oración, Jesús ya está en ti. Tienes vida eterna y acabas de embarcarte en la aventura más emocionante que pueda haber: la de descubrir el amor de Dios por intermedio de Jesús, explorar Sus caminos y llenarte de Su sabiduría.
La certeza que da la promesa
A veces la gente ora para recibir a Jesús y se decepciona al no experimentar enseguida alguna sensación sobrenatural o física distinta a consecuencia de ello. Pero en realidad no importa cómo te sientas. En el momento en que pides a Dios que te regale la salvación, la obtienes. A partir de ese instante sabes que eres salvo porque Él lo prometió, por lo que dice en Su Palabra. Tu convicción se basa en una promesa divina, no en sensaciones.
¡Vive!
¡Vive, aún vive!
¡Cristo está vivo hoy!
Siempre me habla
y me acompaña
dondequiera que voy.

¡Vive, aún vive!
Y ofrece salvación.
Te contaré
por qué lo sé:
¡Vive en mi corazón!
Alfred Ackley

Hebreos 11:1 – Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.
Santiago 1:6 – Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento.
Santiago 2:14 – Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?

miércoles, 23 de marzo de 2016

LA HORMIGA

NUEVAS VERSIONES DE LA CIGARRA Y LA HORMIGA 



En una clase de moral que se celebra semanalmente en un colegio de enseñanza primaria, se les pidió a los alumnos que dijeran cuál habría sido a su juicio el mejor final de la conocida fábula de la cigarra y la hormiga. En dicha fábula de Esopo, la cigarra desperdicia los meses de verano cantando mientras la hormiga almacena con laboriosidad alimento para el invierno. Cuando por fin llegan los fríos, la laboriosa hormiga y sus compañeras se hallan a salvo y con todas sus necesidades cubiertas, mientras la cigarra tiene que buscarse la vida y acaba por morirse de hambre.
Se pidió a los niños que dibujaran y reescribieran a su manera el final del cuento, con la exigencia de que la cigarra debía pedir ayuda a la hormiga. Aproximadamente la mitad adoptó la opinión general de que la hormiga no quiso ayudar a la cigarra porque ésta no se lo merecía. La otra mitad cambió el final: la hormiga le decía al otro insecto que tenía que cambiar su conducta y luego le daba la mitad de lo que tenía.
Seguidamente, un niño se puso de pie y dio esta versión: Cuando la cigarra le rogó a la hormiga que le diera alimento, esta le dio sin vacilar todo lo que tenía. No la mitad ni la mayor parte, sino todo. Sin embargo, el niño no terminó ahí el relato, y alegremente continuó: «Como la hormiga no tenía comida, se murió. Pero entonces la cigarra se quedó tan triste que le dijo a todo el mundo lo que había hecho la hormiga para salvarle la vida. Y así fue una cigarra buena».
Cuando me contaron esa anécdota, pensé dos cosas. En primer lugar, me recordó lo que significó para Jesús inmolarse en la cruz. No se quedó corto a la hora de salvarnos, ni dijo que no nos lo merecíamos; se entregó de lleno para que aprendiéramos a ser buenos. Gracias a que lo sacrificó todo obtuvimos el regalo de la vida eterna. La hormiga que muere por la cigarra en la nueva versión que hizo aquel niño de seis años de la clásica fábula es una alegoría de eso mismo. Claro que para que nosotros el cuento no debería acabar ahí. Por gratitud, deberíamos imitar el ejemplo del Señor y contar a todos las muchas maravillas que ha hecho por nosotros.
En segundo lugar, aprendí lo que significa entregarse del todo. Uno no da de verdad hasta que le duele; pero entonces, lo que da se multiplica con creces. «Os aseguro que el grano de trigo seguirá siendo un único grano, a no ser que caiga dentro de la tierra y muera». Sin embargo, no termina ahí. Esta es la promesa agridulce que da sentido al sacrificio: «Sólo entonces producirá fruto abundante» (Juan 12:24, La Biblia didáctica).

Efesios 1:7 (NVI) En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia
Gálatas 5:22 (NVI) En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,
Romanos 10:13 (NVI) porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».

martes, 22 de marzo de 2016

Devocionales Diario

EL BÁLSAMO DEL AMOR



Hace algunos años, en la medianoche del 17 de marzo —día de San Patricio— recibí un llamado de las Bermudas, del compañero de cuarto de mi hijo de 27 años. Mi hijo estaba desaparecido y habían encontrado su ropa en una playa cercana.

Mi primera reacción fue postrarme de rodillas y clamar a Dios en oración. Cuando lo hice, tuve una visión de mi hijo entrando al Cielo, donde lo recibían con alegría mis padres y otros seres queridos que ya habían fallecido. En ese mismo instante supe que no lo encontrarían vivo. Y así fue. Al cabo de cinco días su cuerpo inerte apareció en la playa.
¿Qué me sostuvo en aquellos días difíciles? ¿Cuál fue el bálsamo sanador? Naturalmente, mi relación con Dios constituyó mi mayor fuente de consuelo. No obstante, otro factor clave que intervino de forma física y tangible en mi sanación fue el amor y el apoyo que recibí de otras personas.
El día que llegué a las Bermudas, mientras hacía unas consultas en una tienda, le mencioné a la chica que trabajaba allí que yo era el padre del muchacho que se había ahogado poco antes.
—Lo siento mucho —me dijo cariñosamente dándome un abrazo.
En muchas otras ocasiones recibí palabras y gestos de aliento de gente desconocida.
Dios promete confortarnos en nuestros momentos de tribulación. Jesús dijo que nos enviaría al Consolador, al Espíritu Santo. Él desea que recibamos consuelo. Pero si nos encerramos en nuestras penas y aflicciones, si nos guardamos el dolor, no podemos recibir el amor y el apoyo que necesitamos, y nuestro proceso de sanación se prolonga. Quizá ni termine nunca.
No ocultes tus sentimientos. No sufras en silencio. Expresa tu dolor para que quienes te rodean puedan ayudarte a aliviarlo. Dios ha dispuesto que sea así para que estrechemos los lazos entre nosotros y para que seamos el uno para el otro Sus brazos, Sus manos, Sus labios y Sus oídos.
Recibir cariño y apoyo en nuestra hora de necesidad nos permite luego hacer lo propio con otras almas angustiadas o dolientes con quienes nos encontramos. «Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros».
1 Tesalonicenses 5:11 – Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo.
Hebreos 10:25 – No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca.
1 Timoteo 2:1-5 – Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.

lunes, 21 de marzo de 2016

imagens

Amor
1 Juan 4:8 (NVI) El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
Colosenses 3:14 (NVI) Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.
Juan 15:13 (NVI) Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos.








Romanos





Romanos 8:
28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 
29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 
30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. 
31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 
32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? 
33 Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 
34 Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 
35 Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? 
36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. 
37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. 

Devocional Diário

Devocionais Amor Em Cristo

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