¿Qué mejor momento que la Pascua, la celebración de la resurrección, para renovarse espiritualmente?
Pide a Dios que te indique uno o dos aspectos en los que te vendría bien cambiar o madurar como individuo. Por ejemplo: ¿Sueles tener una actitud positiva y agradecida, o tienes más bien tendencia a quejarte de las dificultades de la vida? ¿Te haces tiempo para leer la Palabra de Dios y reflexionar sobre cómo se te aplica, o dedicas tus ratos libres a ver la televisión y a otros pasatiempos? ¿Oras por las personas que están en apuros, o sólo te inspiran lástima pero no te mueven a actuar? ¿Te ofreces a ayudar con alegría y abnegación, o resientes los sacrificios que a veces tienes que hacer por los demás? ¿Hay algún otro aspecto en que debas cambiar?
Tómate unos minutos para rezar y encomendarle a Jesús esas cuestiones. «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí».
Superar viejos hábitos requiere tiempo y un esfuerzo sostenido; pero una vez que reconoces la necesidad de cambiar y pides ayuda a Jesús, puedes invocar esta promesa: «El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará». Tú haz lo que puedas, y Él hará el resto.
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Romanos 7:22 – Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios.Hebreos 4:12 – Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón.
1 Juan 4:18 – Sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.
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