domingo, 9 de octubre de 2016

Posesiones materiales



Siempre me ha molestado el materialismo. Yo diría que algunos tienen demasiadas cosas, hasta el punto de que no les cabe nada más en el trastero o el armario y arriendan un local donde guardar lo que les sobra.
Hace poco me cambié de casa y tuve que decidir qué hacer con tantos trastos como había acumulado desde la última mudanza. ¡Qué barbaridad! Me di cuenta de que me había convertido en uno de tantos coleccionistas de cachivaches.
Creo que en gran parte se debe al consumismo que impera hoy en día. Cada vez que uno ve la televisión, escucha la radio o lee una revista sufre un bombardeo de anuncios de lo último o lo más fabuloso que hay que adquirir para no quedarse atrás. Esa publicidad nos afecta. Hablemos, por ejemplo, de artefactos electrónicos. Tan pronto sale a la venta un televisor, un computador portátil o un teléfono móvil extraplano, todos lo quieren. Sus predecesores más voluminosos, aunque estén en perfectas condiciones, terminan entonces en el cuarto de los trastos o en un armario.
La mentalidad materialista tiene otras desventajas. Por un lado, cuando se tienen demasiadas posesiones es fácil dejar de apreciar debidamente su valor.
Jesús nos hizo tomar conciencia de la relatividad de las cosas materiales cuando dijo: «Guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» (Lucas 12:15).
Por otra parte, mientras algunos tienen un exceso de bienes materiales, otros carecen hasta de lo más elemental. Cosa lamentable.
Si observas en ti síntomas de acumulitis, como me pasó a mí, no te preocupes. Tiene cura, por lo menos a nivel individual. Haz un duro análisis de tus pertenencias y determina qué utilizas y qué necesitas de verdad. El resto se puede donar a obras benéficas o regalar a un vecino o amigo que lo necesite. Jesús le dijo al joven rico: «Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el Cielo» (Lucas 18:22).
Quedarás complacido con los resultados. De repente tu casa te parecerá más espaciosa, todo estará más organizado, y tu vida se simplificará.
Ten presentes estas palabras de Jesús: «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35). Regalando generosamente lo que nos sobra acumulamos bendiciones de Dios, tanto en esta vida como de cara a la eternidad.
Lucas 12:15 (NVI) »¡Tengan cuidado! —advirtió a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes.
Lucas 18:22 (NVI) Al oír esto, Jesús añadió: —Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.
Hechos 20:35 (NVI) Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: “Hay más *dicha en dar que en recibir.”

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