martes, 31 de octubre de 2017

MI BEETHOVEN INOLVIDABLE

Cuando mi padre me hizo escuchar por primera vez la sexta sinfonía de Beethoven —la primera de muchas veces— sin duda su intención era contagiarme su entusiasmo por la música clásica.
Si bien yo era una niña pequeña en aquella época, guardo un vivo recuerdo de esa pieza. La música empezaba quedamente, como describiendo una escena bucólica, mientras yo jugaba feliz a los pies de mi padre. Aparecía luego una pequeña nube que me producía cierta inquietud y me hacía arrimarme más a él. Al rato retumbaba un trueno, brillaba un relámpago. La música seguía in crescendo hasta que la tormenta cobraba tal fuerza y tal magnitud que daba miedo, y yo me lanzaba en los brazos de mi padre.
Él me decía cositas reconfortantes en voz baja:
—No te preocupes, hija. La tormenta amainará. ¿No ves? Ya se está calmando. La música está cambiando.
Cada tanto la volvíamos a escuchar. Con el tiempo era yo la que le pedía que la pusiera. Sonreíamos y nos reíamos juntos cuando la melodía recobraba su tono apacible luego del clímax; cuando volvían la calma y el sosiego después de la tormenta.
Muchos años han pasado desde entonces, la niñita creció y la sexta de Beethoven quedó en el olvido, desplazada por muchas otras bandas sonoras.
A la larga, sin embargo, llegarían las verdaderas tormentas. Durante un periodo particularmente angustioso alguien me dio un CD con aquella sinfonía, y reviví todas esas sensaciones. Se me llenaron los ojos de lágrimas cuando caí en cuenta de que mi padre, en todo momento estaba al tanto lo que me depararía la vida: días apacibles alternados por otros tempestuosos que nuevamente derivarían en periodos de tranquilidad.
Los brazos de mi Padre Celestial siempre han estado presentes para reconfortarme y sosegarme, aun cuando no contaba con la compañía de mi padre terrenal. Me han ayudado a resistir y no perder esperanzas cuando a mi alrededor reinaban el caos y la agitación, porque a la postre toda tormenta amaina, la calma se restablece y con frecuencia todo resulta más hermoso y radiante que antes.
Hasta el día de hoy, cada vez que oigo esa pieza musical, derramo algunas lágrimas. Francamente no me puedo contener. Es el tema musical de mi vida.
Romanos 6:23 (NVI) Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Efesios 2:8-9 (NVI) Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.
Mateo 16:25 (NVI) Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará.

El higo es un fruto que se menciona en la Biblia

El higo es un fruto que se menciona en la Biblia y que seguimos consumiendo habitualmente, ya sea en forma de higo fresco, blando y jugoso, o como higo seco, dulce y correoso. La higuera es un árbol bastante común en los paisajes bíblicos. Simbolizaba seguridad y prosperidad.
Hubo una ocasión en que Jesús, al partir de la pequeña aldea de Betania, vio una higuera. Como tenía hambre, buscó frutos entre las hojas. No hallando ninguno, maldijo la higuera: «¡Nunca jamás nazca de ti fruto!» Enseguida el árbol se secó.
Diríase que fue un castigo muy duro para aquel árbol, y contrasta con la parábola acerca de una higuera a la que se le dio un total de cuatro años para demostrar su fecundidad. Desconocemos los motivos por los que Jesús emitió un juicio tan repentino e irrevocable, del mismo modo que Sus contemporáneos no sabían por qué habían muerto dieciocho hombres al caer sobre ellos una torre, en una catástrofe aparentemente sin sentido.
Cuesta hacer frente a las situaciones penosas que se nos presentan en la vida. Cuando se nos muere un ser querido, o nuestra salud se deteriora, o perdemos nuestro puesto de trabajo, o sufrimos un desengaño, nos esforzamos por comprender el porqué. No falta quien nos regala un libro que enumera todos los motivos por los que uno se enferma, o detalla los once pasos para la sanación interior. Sin embargo, no parece que Dios pretenda que siempre descubramos el propósito de nuestras adversidades. No siempre nos revela lo que piensa; a veces nos pide que confiemos en Él de todo corazón, y no en nuestra propia inteligencia.
Dios no siempre nos da explicaciones. Lo que sí nos promete en todos los casos es Su presencia. «No temas, porque Yo estoy contigo», nos dice. «El Señor mismo irá delante de ti, y estará contigo; no te abandonará ni te desamparará; por lo tanto, no tengas miedo ni te acobardes».
Antes y ahora
Quise bendiciones;
hoy quiero a Jesús.
Antes, sensaciones;
hoy, nomás Su luz.
Dones no deseo;
solo al Dador.
Ya no busco cura;
prefiero al Doctor.
Antes me afanaba;
ahora en Él confío.
Antes creía a medias;
hoy con todo brío.
Antes a Él me asía;
Él me agarra hoy.
Iba a la deriva;
ahora anclado estoy.
A. B. Simpson (1843–1919)
Mateo 21:18-20 (NVI)
Muy de mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo hambre. Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró nada más que hojas. —¡Nunca más vuelvas a dar fruto! —le dijo. Y al instante se secó la higuera. Los discípulos se asombraron al ver esto. —¿Cómo es que se secó la higuera tan pronto? —preguntaron ellos.
Lucas 13:6-9 (NVI) Entonces les contó esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, pero cuando fue a buscar fruto en ella, no encontró nada. Así que le dijo al viñador: “Mira, ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no he encontrado nada. ¡Córtala! ¿Para qué ha de ocupar terreno?” “Señor —le contestó el viñador—, déjela todavía por un año más, para que yo pueda cavar a su alrededor y echarle abono. Así tal vez en adelante dé fruto; si no, córtela.” »
Proverbios 3:5 (NVI) Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia.

domingo, 29 de octubre de 2017

Versículos de la Biblia y las escrituras acerca de la Vida Eterna



Versículos de la Biblia y las escrituras acerca de la Vida Eterna - Lea las escrituras bíblicas relacionadas con la vida eterna por medio de la salvación de Jesucristo. Encuentre las respuestas bíblicas a las preguntas más comunes sobre el cielo y la eternidad, como "la manera de obtener la vida eterna", "se puede ganar la vida eterna" y más.

1 Yo dije: Guardaré mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca como con mordaza, mientras el impío esté en mi presencia. 2 Enmudecí y callé; guardé silencio aun acerca de lo bueno, y se agravó mi dolor.
3 Ardía mi corazón dentro de mí; mientras meditaba, se encendió el fuego; entonces dije con mi lengua: 4 SEÑOR, hazme saber mi fin, y cuál es la medida de mis días, para que yo sepa cuán efímero soy. 5 He aquí, tú has hecho mis días muy breves, y mi existencia es como nada delante de ti; ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es sólo un soplo. (Selah) 6 Sí, como una sombra anda el hombre; ciertamente en vano se afana; acumula riquezas, y no sabe quién las recogerá. 7 Y ahora, Señor, ¿qué espero? En ti está mi esperanza.Salmos 39:1-7.

30 El fruto del justo es árbol de vida, y el que gana almas es sabio. 31 Si el justo es recompensado en la tierra, ¡cuánto más el impío y el pecador!Proverbios 11:30-34

13 Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. 14 Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.Mateo 7:13-14

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.Juan 3:16

8 Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.Efesios 2:8-10

5 'Así el vencedor será revestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. 6 'El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.'" 7 Y escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: "El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre, dice esto: 8 'Yo conozco tus obras. Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar, porque tienes un poco de poder, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre. 9 'He aquí, yo entregaré a aquellos de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he amado.Apocalipsis 3:5-9

14 Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi batallar esperaré hasta que llegue mi relevo. 15 Tú llamarás, y yo te responderé; añorarás la obra de tus manos. 16 Porque ahora cuentas mis pasos, no observas mi pecado.Job 14:14-16

13 Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna. 14 Y esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye.1 Juan 5:13-14

1 En el año veinticinco de nuestro destierro, al principio del año, a los diez días del mes, catorce años después de haber sido tomada la ciudad, en aquel mismo día vino sobre mí la mano del SEÑOR, y me llevó allá. 2 En visiones de Dios, El me llevó a la tierra de Israel y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual, hacia el sur, había una construcción parecida a una ciudad. 3 Me llevó allá; y he aquí, había allí un hombre cuyo aspecto era semejante al bronce, con un cordel de lino y una caña de medir en la mano, y estaba de pie en la puerta. 4 Y el hombre me dijo: Hijo de hombre, mira con tus ojos, oye con tus oídos y presta atención a todo lo que te voy a mostrar; porque para mostrártelo has sido traído aquí. Declara todo lo que ves a la casa de Israel. 5 Y he aquí, por el exterior del templo había un muro, todo alrededor, y en la mano del hombre había una caña de medir de seis codos (cada codo de un codo y un palmo menor). Midió el espesor del muro, y tenía una caña; y la altura, una caña.Ezequiel 40:1-5

5 No es por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón que vas a poseer su tierra, sino que por la maldad de estas naciones el SEÑOR tu Dios las expulsa de delante de ti, para confirmar el pacto que el SEÑOR juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 6 Comprende, pues, que no es por tu justicia que el SEÑOR tu Dios te da esta buena tierra para poseerla, pues eres un pueblo de dura cerviz. 7 Acuérdate; no olvides cómo provocaste a ira al SEÑOR tu Dios en el desierto; desde el día en que saliste de la tierra de Egipto hasta que llegasteis a este lugar, habéis sido rebeldes contra el SEÑOR.Deuteronomio 9:5-7

martes, 24 de octubre de 2017

martes, 17 de octubre de 2017

sábado, 7 de octubre de 2017

miércoles, 30 de agosto de 2017

lunes, 28 de agosto de 2017

lunes, 21 de agosto de 2017

domingo, 20 de agosto de 2017

viernes, 18 de agosto de 2017

miércoles, 5 de julio de 2017

domingo, 25 de junio de 2017

CUMPLIR NUESTRAS TAREAS


Necesitamos paciencia para lograr nuestros objetivos en la vida. Aun cuando nuestra situación no sea la ideal, es importante perseverar y aprovechar al máximo lo que tenemos.
La mayoría pasamos por momentos de insatisfacción con nuestro trabajo, o nos sentimos tan poco apreciados que nos dan ganas de renunciar. Sin embargo, en vez de tomar una decisión precipitada conviene acudir a Dios y buscar la orientación de Su Palabra. No es muy atinado basar nuestras decisiones únicamente en nuestras emociones o en las circunstancias, que son fluctuantes. Si no somos capaces de cumplir nuestras tareas en las buenas y en las malas, corremos el riesgo de ser, como reza el versículo, de doble ánimo e inconstantes en todos nuestros caminos. La Biblia dice que Dios, quien comenzó la buena obra en nosotros, la perfeccionará hasta el final. A Dios siempre le gusta terminar lo que comienza, pero para lograr Sus objetivos por medio de nosotros necesita nuestra colaboración.
Muchos de los grandes hombres y mujeres que han dejado huella en el mundo trabajaron con empeño y perseveraron aunque los resultados tardaran mucho tiempo en hacerse visibles. William Carey, el hombre que abrió camino para las misiones en la India y dio impulso a una nueva corriente misionera en todo el mundo, trabajó fielmente durante años aprendiendo las lenguas nativas y traduciendo la Biblia, aunque con muy poco éxito aparente. Para colmo, vivió trágicas experiencias personales, como la pérdida de un hijo pequeño a causa de una disentería, al tiempo que su esposa padecía una crisis nerviosa. Con todo y con eso, Carey perseveró y dejó un valioso legado cristiano.
A veces nuestros esfuerzos, aunque parezcan infructuosos, pueden abrir puertas para otros. El misionero jesuita Francisco Javier trabajó una vez entre los habitantes de las islas Molucas, en la actual Indonesia. Aquellos salvajes se habían ganado, merecidamente, la reputación de caníbales y cazadores de cabezas. Con coraje, Francisco Javier les predicó y enseñó durante años. No obstante, a pesar de sus valientes iniciativas, apenas consiguió un puñado de conversos y a la postre tuvo que partir sin haber logrado gran cosa. Años más tarde, sin embargo, otros jesuitas entraron por la puerta que él abrió, y como consecuencia decenas de miles de habitantes de aquellas islas se convirtieron al cristianismo.
Que Dios nos ayude a ser diligentes con las tareas que Él nos encomienda y a perseverar en ellas hasta estar seguros de haberlas concluido y de que es hora de pasar a otra cosa.
Santiago 1:8 (NVI) es indeciso e inconstante en todo lo que hace.
Filipenses 1:6 (NVI) Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.
1 Corintios 3:9 (NVI) En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.

domingo, 18 de junio de 2017

domingo, 11 de junio de 2017

sábado, 10 de junio de 2017

lunes, 29 de mayo de 2017

El Triángulo De Las Bermudas


Cuando era joven no le daba tanta importancia; pero ahora, en retrospectiva, me doy cuenta de la influencia que tuvo en mí la fe de mi padre. Todavía recuerdo con ternura estar de pie en la iglesia junto a él y la impresión que me causaba cuando, con su metro ochenta de estatura, se ponía a cantar himnos de todo corazón.
Soy de familia holandesa, y las canciones favoritas de mi padre eran en su holandés natal. Cuando me independicé y me fui a probar suerte por mi cuenta, siempre me venía a la memoria una canción en particular, sobre todo cuando estaba afligida o preocupada por algo. Una traducción aproximada de la letra sería:
Avanza un pequeño barco
resguardado por Jesús.
Lleva la insignia flameante de la cruz
y va rescatando náufragos.
Aunque el mar esté bravo y confuso
y nos asuste la tormenta,
el Hijo de Dios está en cubierta.
Con Él navegamos seguros.
Al oír esta canción evoco una aventura de mi infancia:
Corría el año 1953, y mis padres habían decidido emigrar de Holanda a los Estados Unidos. Atravesamos el Atlántico en un viejo carguero convertido en barco de pasajeros.
A mis dos hermanos y a mí nos fascinaba estar a bordo de un buque, y nos pasábamos los días explorándolo. Enseguida nos hicimos amigos de toda la tripulación. Yo apenas tenía cuatro años, pero recuerdo el olorcillo característico del barco, mezcla de aceite y alquitrán con brisa marina, y revivo la emoción y la sensación de aventura que me embargaron el día en que abordamos el carguero en Rotterdam.
No teníamos ni idea de la verdadera aventura que nos esperaba. Al cabo de varios días la nave se vio envuelta en una tempestad en el Mar de los Sargazos, en medio del funesto Triángulo de las Bermudas. Las turbulentas aguas revolvieron la abundante capa de algas que da nombre a la zona, haciendo que se enredaran en las hélices del buque. De pronto, la nave se ladeó, arrojando al suelo a los pasajeros, y los muebles se volcaron. A Dios gracias, nadie de mi familia resultó lesionado; pero las hélices quedaron inservibles, y el buque a la deriva en medio de una tormenta oceánica.
Mi padre nos llevó a mis hermanos y a mí al camarote y nos arropó en las literas. Ahora comprendo mejor los pensamientos que debieron de pasar por su cabeza al ver a su incipiente familia atrapada en aquellas aguas traicioneras que a tantos barcos y a tantos marineros se han tragado. En lugar de sucumbir al temor, mi padre rezó con nosotros y entonó aquel himno. Pese a que el mar embravecido zarandeaba el barco, que era de noche y que estábamos a merced de los vientos, nunca tuve miedo.
A la mañana siguiente las aguas se calmaron, y la tripulación logró establecer contacto por radio con el puerto más cercano. Poco después divisamos con júbilo un remolcador negro, macizo, que venía en dirección a nosotros. Arrastró nuestro malogrado carguero hasta el puerto de Newport News (Virginia), donde permaneció dos semanas en un dique seco mientras le practicaban reparaciones.
En mi mente de niña de cuatro años quedaron grabados algunos instantes de aquella peripecia, como por ejemplo la sacudida repentina del buque que me hizo perder el equilibrio, caer rodando y quedar bajo unos muebles, y muy particularmente la sensación de seguridad que me transmitió mi padre cuando rezó y cantó en un tono tranquilizador.
Mi papá nos inculcó fe con su ejemplo de confianza en Dios por muy negras que fueran las circunstancias. Siempre que me he sentido abrumada y acorralada por las dificultades, como si fueran las olas de un tempestuoso mar, he entonado esa cancioncilla. Me anima y me recuerda la fe de mi padre en lo más azaroso de la tormenta.
Fe infantil
Jesús me ama, estoy segura
porque lo dice la Escritura.
No pide un niño demostración;
solo el amor es su aspiración,
y en sus ojitos relucientes
la fe de siglos se siente.
Los chiquillos y chiquillas
que rezan a Dios de rodillas
más cerca están de Su corazón
y mucho más de Su reino son
que los que buscamos mil respuestas
sin hallar otras que las ya expuestas.
Para creer en lo que no vemos,
seamos como los pequeños.
Por lo complejo de la vida
vamos navegando a la deriva,
y la fe se va desvaneciendo
mientras lo material va in crescendo.
Uno aprende mucho, y aún no sabe.
Su mente se torna indescifrable.
Se llena de orgullo y arrogancia,
incapaz de poner su esperanza
únicamente en el Señor
con inocencia y candor.
Padre, te suplico que a los hombres
fe infantil de nuevo les otorgues,
que con la confianza de un niño
vuelva el pueblo a este credo sencillo:
solo la fe nos puede salvar
e inspirar un noble ideal.
Helen Steiner Rice (1900–1981)
Proverbios 3:5 (NVI)
Confía en el Señor de todo corazón,
y no en tu propia inteligencia.
Romanos 8:28 (NVI) Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Salmos 37:4-6 (NVI)
Deléitate en el Señor,
y él te concederá los deseos de tu corazón.
Encomienda al Señor tu camino;
confía en él, y él actuará.
Hará que tu justicia resplandezca como el alba;
tu justa causa, como el sol de mediodía.

domingo, 28 de mayo de 2017

Irmãos, sede firmes e constantes


"Portanto, meus amados irmãos, sede firmes e constantes, sempre abundantes na obra do Senhor, sabendo que o vosso trabalho não é vão no Senhor." 1 Coríntios 15:58

Pensamento: Diante dos desafios do dia-a-dia, muitas vezes pensamos em desistir !!! Pensamos em abandonar o que estamos fazendo, porque o resultado está demorando demais, porque o tempo da colheita parece que nunca vai chegar !!! Mas sejamos firmes e constantes, porque todo trabalho que fazemos e apresentamos ao Senhor, não é em vão. Vamos nos ocupar com a semeadura, cuidando para que seja em abundância, e certamente logo chegará o período da colheita !!!

Oração: Pai querido, eu agradeço ao Senhor, pela Sua fidelidade. Agradeço porque todo o meu trabalho, todas as lutas e os desafios, não serão em vão. Renova-me o ânimo, para que eu continue suportando a pressão do dia-a-dia. Ajuda-me a semear com abundância, crendo, com muita fé, que a colheita logo chegará. Eu oro em nome de Jesus.

Súbete A Un Monte Alto



Conocer a Cristo se parece un poco a escalar una montaña. Desde abajo se ve bien poco; la montaña misma parece apenas de la mitad de la altura que tiene en realidad.
Al coronar la primera loma, el valle se agranda a nuestros pies.
Si se continúa el ascenso, pronto se ve la campiña en un radio de seis o siete kilómetros, y uno queda encantado con la vista.
Al seguir escalando, el panorama se amplía aún más, hasta que al alcanzar finalmente la cumbre y mirar hacia el este, el oeste, el norte y el sur, uno tiene prácticamente toda el país delante de sí. Hacia un lado se vislumbra un bosque en una comarca lejana, quizás a unos doscientos kilómetros; por el otro se divisa el mar, y por aquí un río centelleante y las chimeneas humeantes de una ciudad industrial, o los mástiles de las naves en un puerto de mucha actividad.
Cuando comenzamos a creer en Cristo, vemos poco de Él. Cuanto más escalamos, más belleza descubrimos. Ya canoso, tiritando en un calabozo de Roma, Pablo pudo decir con mayor énfasis que nosotros: «Sé en quién he creído», pues cada experiencia había sido como subir un cerro, cada prueba como alcanzar una cima, y su muerte equivaldría a coronar la cumbre de la montaña, desde donde contemplaría la plenitud de la fidelidad y el amor de Dios.
Adaptación de una lectura devocional de Charles Spurgeon. Charles Spurgeon (1834–1892) fue el predicador más conocido de Inglaterra durante casi toda la segunda mitad del siglo XIX.
No hay nada que estimule más mi fe en el Padre celestial que rememorar la fidelidad que me ha demostrado en todas las crisis y circunstancias escalofriantes en que me he visto. Una y otra vez me ha hecho patente Su interés y consideración por mi bienestar. Una y otra vez he tenido conciencia de la guía que me ha proporcionado el Buen Pastor al atravesar días sombríos y valles profundos.
Phillip Keller (1920–1997)
Dado que Dios es la verdad, el hecho de que Él sea fiel significa que todo lo que hace y dice es seguro. Eso implica que Él es 100% confiable, la totalidad del tiempo. No falla, no se olvida, no se queda corto, no cambia, no nos defrauda. Al decir de Lewis Sperry Chafer: «No solo expresa y confirma lo que es verdadero, sino que permanece fiel a Sus promesas. Dice lo que piensa y lo dice en serio; por ende cumple todo lo que dice que hará».
Ray Pritchard
1 Juan 4:8 (NVI) El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
Romanos 8:37-39 (NVI) Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.
Juan 3:16 (NVI) »Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.

sábado, 27 de mayo de 2017

Digo isto, não por causa da pobreza

"Digo isto, não por causa da pobreza, porque aprendi a viver contente em toda e qualquer situação." Filipenses 4:11

Pensamento: Paulo é categórico: "APRENDI" a viver contente, não que ele gostasse das tribulações que enfrentava, mas ele entendia o curso deste mundo que caminha em sentido contrário a Jesus, e mesmo assim prosseguia na sua caminhada sem murmurar, dedicando sua vida totalmente para o Senhor. Se você está passando por um momento difícil não se desespere, o melhor que você tem a fazer é esperar em Deus !!! Porque é em meio a essas tribulações que Deus trata conosco, e é assim que aprendemos a viver contente em qualquer circunstância.

Oração: Senhor Deus, ainda que eu não entenda muito bem a razão destas tribulações, eu sei que posso descansar em Ti, porque isso tudo é passageiro, e logo o Senhor trará a vitória !!! Eu agradeço porque a partir destas circunstâncias o Senhor esta me tratando e ensinando a viver cada dia mais contente em Sua presença !!! Ensina-me a viver em gratidão, louvando e adorando ao Senhor, seja na bonança ou na tempestade, na abundância ou na escassez, na batalha ou na vitória !!! Em nome de Jesus. Amém.

Fidelidad A Toda Prueba



La fidelidad y la lealtad son virtudes en franca decadencia hoy en día. Casi a diario leemos, con asombro y tristeza, noticias de personas que traicionan la fe depositada en ellas, en muchos casos por fama o por lucro. Las historias de deslealtad están a la orden del día y dejan profundas heridas en los afectados. Ciertamente cualquiera es capaz de ello —todos tenemos pies de barro—, por lo que vale la pena que nos esforcemos por ser más leales y valorar la fidelidad, de parte nuestra y de quienes nos rodean. Dios sin duda puede obrar en nosotros y ayudarnos en esa aspiración.
La Palabra de Dios es rica en alusiones a la fidelidad. «El hombre fiel abundará en bendiciones», reza un proverbio. Sería estupendo que siempre se nos estimase fieles y constantes, y que como consecuencia, claro, abundáramos en bendiciones; pero desafortunadamente cuando nos golpea la adversidad, surgen conflictos y dudas o no se cumplen nuestras expectativas, a veces resulta más cómodo ser volubles que fieles. Ya nos gustaría tener un amor y una lealtad a toda prueba y por ende ser personas de entera confianza; sin embargo, no siempre nos nace tan espontáneamente como quisiéramos. El rey Salomón observó: «Muchos hombres proclaman su propia bondad; pero un hombre fiel, ¿quién lo hallará?»
Felizmente, aunque todos a veces pequemos de infidelidad o inconstancia, siempre tenemos a Dios. El Salmo 100:5 dice: «El Señor es bueno y Su gran amor es eterno; Su fidelidad permanece para siempre», mientras que Deuteronomio 32:4 describe así la constancia intemporal de Dios: «Él es la Roca, Sus obras son perfectas. Todo lo que hace es justo e imparcial. Él es Dios fiel, nunca actúa mal».
Por más que fallemos o perdamos la fe en Él, en los demás y en nosotros mismos, Dios nunca nos abandona ni nos defrauda. Nunca falta a las promesas que nos ha hecho: «Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis».
¡Cómo dudarlo! Dios es fiel, infinita e incondicionalmente fiel.
Proverbios 28:20 (NVI)
El hombre fiel recibirá muchas bendiciones;
el que tiene prisa por enriquecerse no quedará impune.
Proverbios 20:6 (NVI)
Son muchos los que proclaman su lealtad,
¿pero quién puede hallar a alguien digno de confianza?
Jeremías 29:11 (NVI) Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor —, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.

¿Honrado O Bondadoso?


Bondad es una palabra de amplio sentido y, como muchas, fácil de teñir o malinterpretar. Significa tanto «inclinación natural a hacer el bien» como «dulzura y amabilidad de carácter», sentido que linda con el de bonachería.
Un amigo me señaló hace poco un versículo que arroja luz sobre el asunto. En su carta a los Romanos, Pablo dice: «Casi nadie se ofrecería a morir por una persona honrada, aunque tal vez alguien podría estar dispuesto a dar su vida por una persona extraordinariamente buena». La frase me quedó dando vueltas en la cabeza.
¿En qué se distingue una persona honrada o recta de una buena o bondadosa? La primera muestra integridad moral y obra con rectitud; es decir, se adhiere respetuosamente a la letra de la ley. La buena, en cambio, va más allá de lo que marca el deber. Me recuerda a esas personas que dicen: «Yo no le hago mal a nadie», y que, sin embargo, nos dejan la duda: «¿Harán el bien?»
Pienso que la bondad es integridad combinada con un interés sincero en los demás. Ahí viene a cuento el refrán: «La bondad, quien la tiene la da». O sea, que la bondad no se tiene dentro, sino que se expresa.
Ahora bien, es imposible ser buenos si no nos motiva el amor de Dios. En cambio, animados por él podemos ir mucho más lejos, influir positivamente en nuestro entorno y dejar huella. Por supuesto que el único realmente bueno es Jesús. No obstante, Él espera que lo imitemos y que dentro de nuestras humildes posibilidades procuremos amoldar nuestra vida y nuestros actos a los Suyos. Él mismo señaló: «El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón produce el bien». Si atesoramos Su bondad y Su amor, los podremos compartir desinteresadamente con los demás y hacer el bien sin mirar a quién, como reza otro refrán.
Romanos 5:7 (NVI) Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena.
Gálatas 6:10 (NVI) Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.
Juan 18:36 (NVI) —Mi reino no es de este mundo —contestó Jesús—. Si lo fuera, mis propios guardias pelearían para impedir que los judíos me arrestaran. Pero mi reino no es de este mundo.

Un Auténtico Samaritano



Hace poco, después de leer un artículo de la BBC, me quedaron rondando serios interrogantes. El escrito vale la pena; trata de un samaritano moderno y del tremendo efecto que puede llegar a tener un acto de bondad.
Ese relato me hizo pasar revista a mi propia trayectoria en los últimos tiempos. «¿Hubiese hecho yo lo mismo? ¿Estaría dispuesta a arriesgar mi puesto por ayudar a un extraño?» Insatisfecha con mis respuestas, opté por plantearme otras preguntas menos inquietantes: «¿Dirían mis amigos que soy una persona solidaria? ¿He realizado últimamente algún acto de puro altruismo?»
Con toda franqueza debo reconocer que las más de las veces he estado absorta en mi propio mundo. Creo que todos tenemos días en que andamos demasiado metidos en nuestros laberintos, intereses y deseos, días en que andamos por la vida ensimismados en lugar de mirar hacia arriba y a nuestro alrededor. Me recuerda esa frase tan directa y punzante que dice: «Hay dos tipos de egotistas: los que lo admiten y los que no lo admitimos».
Por eso creo que a los que no lo admitimos nos viene bien de vez en cuando que nos recuerden el mundo que nos rodea, las necesidades ajenas, el poder del amor… Puede ser muy provechoso detenernos unos instantes a dialogar con nuestra conciencia y hacer una autoevaluación para determinar qué tal andamos. Hay personas en quienes podríamos influir si dirigiéramos más nuestra mirada hacia el exterior; pero a veces, para ello, tenemos que ponernos en pausa unos momentos y echar una mirada circular.
Lo genial es que podemos comunicar amor donde sea que vivamos, sea cual sea nuestro trabajo y el derrotero que haya tomado nuestra vida. Creo que esa será mi oración por un buen tiempo.
Cristo no tiene cuerpo en la Tierra sino el tuyo.
No tiene manos sino las tuyas. No tiene pies sino los tuyos.
Tuyos son los ojos con los que la compasión de Dios mira al mundo.
Tuyos son los pies con los que Él camina para ir haciendo el bien.
Tuyas son las manos con las que ahora cuenta para bendecirnos.
Tuyas son las manos, tuyos son los pies,
tuyos son los ojos, tú eres Su cuerpo.
Cristo no tiene ahora otro cuerpo que el tuyo.
No tiene otras manos y pies en la Tierra que los tuyos.
Tuyos son los ojos con los que Cristo mira el mundo con compasión.
Cristo no tiene ahora otro cuerpo en la Tierra que el tuyo.
Atribuido a Teresa de Ávila (1515–1582)
Mateo 6:33 (NVI) Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
Romanos 12:2 (NVI) No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Lucas 12:34 (NVI) Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón.

Quarks De Gloria



Peter y yo nos tomamos unos días de descanso en un pequeño balneario. Cierto día, a la caída de la tarde, iba yo paseando por la playa cuando de pronto alcé la vista y me encontré con un deslumbrante cielo arrebolado.
Las nubes dispersas comenzaron a teñirse de tonos durazno, violeta y oro, contrastando con el fondo azul intenso del cielo. A mí me encantan todos los atardeceres; pero de cuando en cuando he presenciado alguno que otro tan, pero tan sobrecogedor que no pude quitarle los ojos de encima. El Gran Pintor desde luego captó mi atención con ese. Era como si estuviese vertiendo luz líquida de colores en cada nube. Los diversos matices las iban llenando hasta que parecían desbordarse. Se difundían en espléndidos torrentes, remolinos y volutas, formando un caleidoscopio vivo en permanente movimiento.
Al ver semejante obra de arte desplegarse ante mí, todo lo demás quedó opacado El espectáculo se fue ampliando, corriéndose suavemente hacia abajo, hasta dar la impresión de que engullía al propio océano y lo convertía en un mar de tonos vivos, que a lo lejos se asemejaba a un espejo liso y suave, y que rociaba su luminiscencia dorada cada vez que las olas rompían sobre la arena, a pocos metros de donde me encontraba yo. Me sentí inmersa en su belleza. Tuve la impresión de que con aquel atardecer Dios pretendía animarme y comunicarme Su amor.
Los colores se fueron vertiendo en tonos más oscuros sobre un promontorio, coronado por una pequeña punta, que se adentraba en el agua a lo lejos. Era como si la corriente de luz viva se derramase desde el borde del cielo sobre aquel peñón y las casitas que lo adornaban, convirtiéndolos momentáneamente en gemas que despedían reflejos iridiscentes de tonos rojos y dorados.
El cielo fue transformándose, pasando gradualmente de tonos pastel a rojos y burdeos vivos e intensos, salpicados de azules reales y vetas cobrizas. Finalmente, luego de unos quince minutos —que a mí me parecieron apenas unos instantes—, aquel majestuoso panorama comenzó a desvanecerse. Su gloria fue diluyéndose apaciblemente en las brumas de la noche, refugiándose allí para volver a pintar el mundo al día siguiente.
Sumida cada vez más en la penumbra, como una criatura sobrecogida tras el apoteósico cierre de un espectáculo de fuegos artificiales, y deseando que volviera a comenzar, de pronto se me ocurrió que aquel tremendo despliegue de belleza y poder, tan glorioso, imponente y complejo, no era más que un pensamiento, un destello en los ojos de Dios. No era más que una minúscula motita en la inmensidad de Su capacidad, un simple quark en el universo de Su inconmensurable poder. Si aquella escena efímera había conmovido tanto mi alma, al punto de dejarme boquiabierta ante tal esplendor, ¿cómo podía llegar yo a comprender o imaginar siquiera a su Creador, capaz de salpicar el cielo de esa magnificencia y en un momento volver a limpiarlo? Casi como si todo aquello no fuera más que Su aura o la estela que hubiera dejado al pasar.
A veces nos enfrascamos mucho en lo terrenal, nos afanamos y nos preocupamos de que estamos solos en el mundo con nuestros ahogos y desventuras. y nos convencemos de que tenemos que salir de ellos por nuestros propios medios. Sin embargo, en momentos así me vuelvo consciente de la innegable realidad de que somos amados profundamente por Alguien capaz de hacer estallar el cielo en una escena de incomparable belleza con tan solo un pensamiento fugaz, y recuerdo en quién he puesto mi esperanza. Lo que me dijo Dios por medio de tan sublime obra de arte fue: «Soy capaz de crear cualquier cosa. Puedo sustentarlo todo. Puedo también proteger a cualquiera. Puedo resolver cualquier problema. Soy la belleza misma. Soy poder. Soy amor, y esto lo hago por ti».
Momentos así me hacen ver que el Todopoderoso, el mismo que plasma semejante grandeza momentánea por consideración a Sus criaturas, está en estrecha sintonía con nuestras más insignificantes necesidades y deseos, y nos guía y vela por nosotros en situaciones ya triviales, ya trascendentales. ¿Cómo podemos preocuparnos de que vaya a olvidarse de nosotros o dejar de tener en cuenta, de manera perfecta y absoluta, hasta el último detalle de nuestra vida?
Cuando llega el ocaso
—magnífico esplendor
que Dios deja a Su paso,
destellos de color—,
los montes y collados
se tiñen de arrebol.
Profundos ecos bajos
alaban al Señor.
«Santo, santo», los ángeles cantan.
«Santo, santo», las nubes declaran.
«Santo, santo», los cielos proclaman.
«Santo, santo, santo es el Altísimo».
Con vespertinos tonos
Dios muestra la grandeza,
la gloria de Su trono,
que un día será nuestra.
Llegado ese momento
será tal el amor
que olvidaremos presto
el miedo y el dolor.
Ven, pues, a estremecernos,
bendito atardecer,
con tu esplendor eterno
que llena nuestro ser.
La vida en Dios termina,
en Él tiene sentido,
y quien el Cielo ansía
halla en Él su objetivo.
Calvin Laufer (1874–1938)
Génesis 1:1 (NVI)
Dios, en el principio,
creó los cielos y la tierra.
Eclesiastés 12:1 (NVI)
Acuérdate de tu Creador
en los días de tu juventud,
antes que lleguen los días malos
y vengan los años en que digas:
«No encuentro en ellos placer alguno»;
Juan 1:1 (NVI)
En el principio ya existía el Verbo,
y el Verbo estaba con Dios,
y el Verbo era Dios.

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