viernes, 11 de noviembre de 2016

Para llevarse bien con los demás



Procura descubrir las buenas cualidades de las personas.
Filipenses 4:8: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Tito 3:2: Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.

Trata a los demás como te gusta que te traten.
Mateo 7:2-5: Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Mateo 7:12: Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
Lucas 6:31-33: Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.

Procura comprender a quienes son más débiles.
Romanos 15:1, 2: Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación.
Gálatas 6:1: Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.

Muéstrate amigable; procura acentuar los puntos de coincidencia.
Romanos 14:19: Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.
1 Corintios 9:19-22: Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos.

Ten paciencia y perdona los errores, tal como Dios hace con nosotros.
Salmo 103:8-10: Misericordioso y clemente es el Señor; lento para la ira, y grande en misericordia. No contenderá para siempre, ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
Mateo 18:21, 22: Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
Efesios 4:32: Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

domingo, 6 de noviembre de 2016

La receta del éxito




Hay algo que motiva a la mayoría de las personas: el deseo de tener éxito. Independientemente de quiénes seamos y de cuáles puedan ser nuestros objetivos concretos, aspiramos a alcanzar la seguridad y comodidad derivadas del éxito material, así como la satisfacción de que nuestra vida va por buen rumbo y tiene sentido.
Si todos perseguimos esencialmente lo mismo, ¿a qué obedece que unos tengan mucho más éxito que otros? Las circunstancias por sí solas no son el factor decisivo: hay quienes triunfan sobreponiéndose a situaciones increíblemente difíciles.
El éxito tampoco depende de las dotes naturales: muchas personas dotadas fracasan, mientras que otras que parecen tener mucha menos pasta para triunfar logran mejores resultados.
¿Cuál es, pues, el factor determinante? Algunos expertos afirman que es cuestión de organización, de saber decidir qué es lo más importante, de aprovechar bien el tiempo, etc. Otros sostienen que la clave está en la creatividad, en la motivación, en el esfuerzo, en la concentración o en la capacidad de trabajar armoniosamente con otras personas. En realidad, para multiplicar las posibilidades de éxito hace falta un popurrí de todos estos ingredientes, amén de otros que ni menciono. Alcanzar el éxito —qué duda cabe— tiene sus vericuetos.
¿Quién puede ayudarnos a dar con la receta justa? Pues nadie mejor que el propio Dios. Basta con observar el equilibrio que hay en la creación, desde la partícula más diminuta hasta la galaxia más gigante. ¿Puede haber algo más complejo, eficiente y perdurable? ¿Quién podría tener mejores ideas que Él? ¿Y quién conoce mejor que Él tus necesidades?
Lo mejor del caso es que quiere ayudarte a alcanzar el éxito. Dice: «Yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza» (Jeremías 29:11) (NVI). Por tanto, «pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán» (Proverbios 16:3) (NVI). Con Dios formas un equipo imbatible.
Proverbios 16:3 Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán.
Jeremías 29:11 Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
Juan 14:27 La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Cuando los conflictos son positivos



La sinergia —el trabajo en conjunto de dos o más personas con resultados superiores a la suma de los efectos y capacidades individuales— es un término que se ha puesto muy de moda en el ámbito laboral. Hemos oído hablar de toda suerte de beneficios del trabajo en equipo. Si se conjugan las aptitudes de todas y se trabaja codo a codo, se obtienen más ideas, más esfuerzo y mejores resultados. Dos más dos no siempre suman cuatro; trabajando en equipo pueden sumar seis u ocho.
Hace poco, sin embargo, vi el lado B de la sinergia: es necesario cierto grado de conflicto para que el equipo tenga éxito. Trabajar bien en conjunto no significa que todo sea coser y cantar, como cabría esperar de un equipo compuesto por personas de similar temperamento, mentalidad y aptitudes. Los grupos que se destacan tienen diversidad de ideas y de tácticas para abordar los problemas. Las polémicas que surgen de ello impulsan al equipo hacia adelante.
Como es natural, es preciso encontrar una medida de equilibrio. Eso se logra cuando existe un ambiente en el que cada integrante del conjunto realmente respeta a los demás. Cuando se aprecia lo que cada persona aporta al equipo, cuando todos mantienen cierta amplitud de miras y se puede sopesar cada una de las ideas, y cuando no importa quién presente la propuesta que al final se impone, se dan las condiciones para la innovación y el progreso.
En un equipo del que formé parte había ideas encontradas y necesidades diversas, lo que inicialmente generó conflictos e incomodidad. Sin embargo, dado que cada uno estaba más interesado en preservar la unidad que en salirse con la suya, no permitimos que nuestras diferencias nos paralizaran, y a la larga las superamos. El resultado final fue positivo, aunque el proceso para alcanzarlo no siempre resultó fácil.
Soy el tipo de persona que pierde ánimos cuando hay un enfrentamiento. Infiero que es un síntoma de que algo anda mal. Por otra parte, tengo mis propias ideas y no me gusta que me digan qué hacer o cómo debo pensar. Esos sentimientos encontrados me han complicado en más de una situación que ya de por sí tenía sus bemoles. Para mí fue un paso importante aprender a ver los conflictos como parte necesaria del proceso. Esa perspectiva disipa mis aprensiones respecto de presentar mis ideas cuando los demás tienen una opinión o un planteamiento distinto, a la vez que me predispone para considerar las ideas contrarias a mi punto de vista.
La sinergia exige cierto empeño. Puede que se produzcan algunos chispazos; pero si se logra superar eso, los resultados bien valen la pena. Kenneth Blanchard lo resumió exquisitamente: «Ninguno de nosotros es tan inteligente como todos».
Eclesiastés 4:9-12 Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante! Si dos se acuestan juntos, entrarán en calor; uno solo ¿cómo va a calentarse? Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!
Proverbios 27:17 El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre.
Colosenses 3:23 Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo.

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